Kowloon. Península colmada de amenazantes torres grises que anuncia la llegada del otro lado. Refugio de los que no alcanzan el glamour y las prebendas del siervo bien educado. Purgatorio previo al cielo superior de los isleños. Muerde el bozal embarrado de la pobreza y sé paciente, espera el momento de asaltar el cielo, de pronunciar esas palabras en la lengua de los demonios, de escalar en riqueza y arrogancia. Extensión enorme de colinas que se suceden en cuestas a veces imponentes. Ho Man Tin, la agonía de los viejos inquilinos en las destartaladas construcciones de protección oficial, ahogadas entre los nuevos ricos que habitan estilizados rascacielos y evitan las calles, galopando imprudentes en sus coches deportivos y dejando un rastro de idiomas y dialectos difícilmente inteligibles. Es la incógnita del dinero que se reproduce sobre el fermento de la pobreza absorbida, agostando las generaciones y reproduciendo la desigualdad. Qué importa quién sea el amo ahora. Mong Kok, Sham Sui Po. Abigarramiento, olores agrios y poderosos, velocidad, gritos, neones mareantes. Esos viejos edificios chinos repletos de secretos, desgracias y placeres sórdidos. Huye de los tatuajes. Pregunta acaso por los que duermen en jaulas. Pero no quieras entender el sufrimiento, de una crueldad casi infantil, que camina a diario por estos laberintos de callejas. Si intentas quitar la costra de suciedad a estos distritos, quedarás apestado y alguien tendrá que sacarte las tripas por compasión. Nadie querrá ejercer de testigo. Nadie preguntará demasiado. Mejor corre hasta una arteria principal y escapa hacia Jordan, Tsim Sha Tsui, gwailo de mierda, mézclate y bromea con los indios, los paquistaníes, los iraníes, los africanos, cómprales su quincalla, come sus dulces exóticos, deja que te zarandeen un poco, este no es tu continente, no es tierra de fantasmas, es un lugar oscuro de gente ruidosa, es el fin de tus convicciones y tu arrogancia, o quizá su reafirmación, depende de tu billetera. Todo aquí depende de lo mismo. Busca la entrada al metro y sube al norte. Escoge la dirección. Viajarás bajo kilómetros y kilómetros de barrios anónimos donde torres amarillas y azules guardan a los antiguos proletarios anónimos, los empleados de las fábricas, y a sus hijos, los oficinistas sin nombre que son la columna vertebral de la nueva prosperidad, y a sus nietos… ¿qué podrán ser sus nietos?; ¿y los que vengan detrás? ¿Habrá espacio para todos ellos? ¿Qué lengua tendrán que hablar? A la izquierda tienes las zonas industriales, negras, interminables manchas de caucho reseco sobre fachadas de amarillo descolorido; restaurantes donde miles de caracteres chinos espantan al occidental desorientado; barriadas de viejos trabajadores que hoy constituyen una danza lenta y agónica en honor a la pobreza y la indignidad de quien no supo hacerse rico pese a reventarse a diario. Kwai Fong, Tsuen Wan. A la derecha encontrarás una rara extensión de mansiones señoriales, valladas, casi insignificantes entre tanto gigante de cemento, quizá por ello más insultantes en su diferencia. Kowloon Tong. La élite que no escogió la isla. Los que primero miraron al norte y supieron leer los cambios en las nubes finiseculares. Los dueños de las contracciones verticales de hierro, cristal, cemento y músculo humano que rodean este rectángulo obsceno. ¿O es el resto lo obsceno? Más allá, mezclados por la aparente y engañosa imprevisibilidad de la especulación inmobiliaria, más torres cochambrosas para alojar a la mano de obra y elegantes construcciones, elevadas e impenetrables. Wong Tai Sin y Diamond Hill. Más allá, poco más que resaltar, uniformidad, hacinamiento, basura… díselo a las más de quinientas mil almas de Kwun Tong. Cuestas, colinas, torres, y torres, negocio infinito transformado en asunto nacional, estiramiento, más personas, más calles, más avenidas, más fábricas, más proyectos. La espiral nunca puede dejar de girar. Kowloon, tierra un tanto siniestra para el que se siente demasiado apegado a sus privilegios coloniales. Caparazón de un animal monstruoso que te sonríe y te invita a buscar un tesoro en sus entrañas. ¿Querrás entrar tú también?
Wednesday, December 27, 2023
Sunday, December 24, 2023
Bosquejos de una sociedad XI
¡Compra, compra, compra! ¡Baratas las zanahorias hoy, a doce dólares por cuatro¡¡Compra, compra, compra! Otro día más desperdiciado aquí, gritando, desempacando, envolviendo, empacando, limpiando. Otro día como todos los demás días del año. Ya quisiera yo tener vacaciones pagadas, y estar lejos de estas luces de focos amarillentos, y ese suelo pegajoso, y las cucarachas apareciendo entre huecos, y las ratas que corren y se esconden en las esquinas más malolientes. Ya quisiera yo estar lejos de todo este cotilleo, de toda esta gente entrometida, ¿cuánto has vendido hoy?, ¿crees que así llegarás a cubrir gastos este mes, has oído los rumores de que van a retirarnos la licencia y echarnos después del Año Nuevo Chino? Mierda para todos esos coños apestosos y sus grandes bocazas. Que se callen y se metan en sus asuntos. Eso si tuvieran una vida de la que ocuparse, claro, en vez de hablar mal de todo el mundo. Pero, ¿cómo voy a irme de vacaciones y seguir pagando el alquiler mensual sin abrir el negocio? Los gerentes de este lugar y su puta vieja madre van a venir a recordarme la suerte que tenemos de tener una licencia de venta en este punto, justo en el mismo edificio de la parada de metro, y eso hay que pagarlo, ¿verdad? Porque si no lo queremos nosotros ya se lo venderán a alguna compañía que sepa aprovecharlo mejor, no sé, vendiendo perfumes o medicinas para los que vienen del otro lado de la frontera con las maletas vacías; si no sacamos bastante para cubrir el alquiler, nos dirán, es culpa nuestra, somo demasiado lerdos para pensar como emprendedores, nos falta espíritu comercial…su puta vieja madre nos falta. Una semana detrás de otra, un mes detrás de otro, años y años, y de repente vienen y te dicen que te suben el alquiler un tercio, porque las expectativas de desarrollo de este lugar han mejorado, y si las expectativas se van al carajo, tranquilo, que nos toca pagar el incremento igual. Toda la perra vida trabajando para los dueños del local. Sacrificios tras sacrificios, dejar a los niños con los abuelos; cuando fueron ya más mayores, traerlos a ayudar, a que aprendan el oficio, que decía mi marido, flojo asqueroso. Pero al menos nosotros nos ganamos la vida de forma decente, no somos una triada, ni engañamos a la gente, ni parasitamos el trabajo ajeno como estos sinvergüenzas sin cara dueños del metro y de los terrenos. Esos sí que se aprovechan. Trabaja duro, te dicen, ¿eh?, ¿y qué trabajo duro hacen esos, a ver? Espera, mira, bonita, sí, tenemos boniatos, y estos tomates, mira qué maravilla. ¿Qué a cuánto? Venga, cómpralos, qué más te da, que el alquiler no nos lo pagan desde el cielo. Toda la vida sacrificándose aquí, y, ¿qué nos va quedando con los años? El beneficio se lo comen otros. Los dueños, los proveedores, los propietarios…los que no trabajan, ¿no es así? Así es esta ciudad, supongo. Unos nacen tocados por el dios de la prosperidad desde pequeños y a otros…¡Compra, compra, compra! ¡Mira estas berzas, perfectas para la cena de hoy! ¡Compra, compra, compra! No pienses en una mala jugarreta del destino, no pienses en subidas de alquiler, no pienses en multas de inspectores de sanidad, no pienses en renovaciones que al final nos acaban haciendo pagar a todos los puestos del mercado, no pienses en ponerte enferma y no poder venir a trabajar, no pienses en no llegar a tener jamás suficiente para jubilarte…no dejes que la ansiedad y la negatividad te coman. Sé positiva. El mañana será mejor. Ja. Sí, seguro, díselo a los administradores de este lugar, de esta localización privilegiada, como dicen ellos. Ojalá a los niños les vaya bien en los estudios y puedan hacerse cargo de nosotros cuando estemos ya hechos demasiado polvo para estar aquí un día detrás de otro. Porque si no… no, no pienses así. Eso es una debilidad. Mirar al cielo y esperar que nos sea propicio. Y seguir trabajando. ¡Compra, compra, compra estas verduras!
Tuesday, December 19, 2023
Las lenguas suaves
Cuídate de las gentes que hablan lenguas suaves y melodiosas. Esa cadencia adormecedora les hace albergar, con frecuencia, el charco oscuro de un asesino refinado en las profundidades de su ser.
Sunday, December 17, 2023
Bosquejos de una sociedad X
Thursday, November 30, 2023
Geografías locales XII
Tin Shui Wai
¿Pueden los edificios destilar tristeza? Un gran óvalo partido en dos. Un nicho para los abandonados de esta sociedad: ancianos, desempleados crónicos, discapacitados… El plástico con olor a nuevo y el neón de esos centros comerciales semivacíos nos hacen pensar inevitablemente en esas películas de muertos vivientes, y el andar despacioso y aparentemente errático de los mayores produce una sensación de desconfianza antinatural. Las sibilantes del mandarín inundan las calles, especialmente entre esos colegiales uniformados que esperan un minibús para llegar hasta la frontera, para ellos una parada más en el camino diario de vuelta a casa. Tin Shu Wai, ¿qué tienen de especial los tejados aquí, que te susurran “salta” con voz profunda y melosa?... Las túnicas y los vestidos del Asia Central salpican con un tono diferente esas calles demacradas y esos esbozos de parque agazapado entre maleza amenazante. Las ciénagas no quedan muy lejos, ¿quieres entrar en el recinto y pasear por los puentecillos de madera? Atrévete a asomarte e intenta mensurar la distancia al fondo entre estas aguas verdes y densas… ¿Qué les pasa a los que caen en ellas accidentalmente o…? Extraño lugar este. Los ricos se esconden en torres impersonales, de vallas altas rematadas en cristales lacerantes, aglomeraciones anodinas y opacas desde el exterior. Quizá ni siquiera merezcan la consideración de ricos en esta ciudad obscena. Dejémosles en “clase media con expectativas”. Arrogantes oasis entre hileras de bloques de protección oficial, alargados, desconchados, curiosamente con mucha mayor apariencia de vida y bullicio desde fuera. Indios, paquistaníes, nepalís, muchachos recién llegados a la ciudad de otras partes de China, arrastrados por unos padres humildes pero ambiciosos en secreto, ignorantes todavía de los pecados que se remueven bajo los cimientos de esta barriada. Tan cerca del otro lado, tan lejos de la sofisticación. Tranvías alocados avanzan a trompicones a un lado y otro, dificultando el equilibrio de sus pasajeros, a veces incluso dejando atrás accidentes salvajes y seres anónimos despedazados o mutilados. Pero los pobres no pueden elegir su transporte ni su forma de morir. El dinero gubernamental les puede caer aquí como una dádiva maldita si no aprenden a apartarse a tiempo de los acelerones del progreso. Tin Shui Wai, ¿me estoy autosugestionando acaso o el cielo se oscurece cada vez que mi autobús se acerca a ti?
Monday, November 27, 2023
Preguntando I
La riqueza, la tristeza, la desesperación, los miedos y los anhelos de esta ciudad, ¿de dónde vienen?
Tuesday, November 21, 2023
La Ciudad de la Violencia V
Los ancianos no son más sabios que el resto. Tan solo han tenido más oportunidades de experimentar y presenciar la maldad y crueldad de los Hombres Importantes.
Viejos horrendos
Viejos horrendos, ¿por qué queréis torturar a los jóvenes transmitiéndoles los complejos y miedos que a vosotros os hicieron sufrir en vuestra juventud? ¿Qué esperáis obtener de todo esto?…
Saturday, November 11, 2023
Bosquejos de una sociedad IX
A ver, otra dosis de miseria humana hoy, otra dosis de neuras infantiles y mierda de subnormal egocéntrico que no sabe acallar su conciencia. A ver, otra dosis de meter positivismo por no decir “claro que sí, hijo de puta, te mereces no dormir por las noches. Claro que estás muy jodido, y peor has dejado a las personas con las que trabajas, y a tu familia, normal que tus hijos te odien. Anda y jódete si te sientes mal, te lo mereces. Hazle un favor al mundo y muérete”. Otro día de ver cómo los cabrones con pasta de esta ciudad vienen a que les repares la armadura para seguir machacando a la gente normal. Otra jornada de hacer que lo insano se sane para seguir pudriéndose y pudriendo todo lo que toca. Eso paga mi piso, y mi coche deportivo, y mis vacaciones, y mis vicios… Igual un día me hago eremita y os digo la verdad y os mando a tomar por el culo a todos los sociópatas que tengo por clientes. Pero no va a ser hoy. Tampoco mañana, no te creas. Joder, qué chorradas. Te gusta. Sabes que estás metido en esta espiral de mierda que es este mundo del revés. Tu construyes su realidad psicológica, les entrenas para blindarse, y ellos te pagan muy bien por ello. Contribuyes a la sociedad. Claro que sí. Eres un miembro productivo de esta ciudad. Sin ti, todo se vendría abajo. Estarían perdidos como las ratas enfermas que son en una campaña de desinfección. Ellos son los timoneles del día a día y tú, tú, ¿quién eres? Su conciencia, o mejor, su lavado de conciencia. Te regalo una conciencia, mierda humana, que ni eso tenías, y por el mismo precio te la lavo. Es tan fácil, puro mecanicismo cuando te acostumbras… Los psicólogos estamos para ayudar a la sociedad. Claro, por eso estudiamos esta carrera. Sólo que se les olvidó decirnos exactamente a quién teníamos que ayudar, ja, ja, qué broma más cabrona. Y la cartera acaba mandando. ¿O tú te crees que este despacho, y estos muebles tan modernos y elásticos, y la señorita en la recepción, lo pagan las buenas intenciones y el amor por el prójimo? Bueno, no exageremos con la broma, ¿eh?, que los domingos soy el primero en la congregación en preocuparme por mi gente. Si supieran lo que pasa por aquí entre semana…si supieran lo que mueve a estos miembros destacados de nuestra sociedad armoniosa y rebosante de virtud. Igual Fromm tenía razón. Pero esta no es tierra de super egos. Este es un lugar mucho más primitivo, aunque se vista de sofisticación. Es la historia más vieja del mundo. Tan cruel como hace miles de años. Así que nada de utopías. El presente y ya está. Espíritu corporativo, por favor. Hiciste lo que tenías que hacer. No tenías otra salida. No es tu responsabilidad, ellos te lo mandaron, ¿verdad? Si no hubieras sido tú, lo habría hecho otro. No nades contra la marea. No te ahogues como un gilipollas. Has triunfado y te lo mereces. Tú, tú, tú. Y que se jodan ellos. No tengas remordimientos. Eso es cosa de perdedores, y tú no eres de esos. ¿Ves? Ponemos una tirita y ya no existe la herida. Eres un campeón. El favorito de los jefes. Enhorabuena. Tómate esto y las pesadillas desaparecerán. Ya verás qué bien duermes. Créeme, yo tengo un título universitario y varios Másters, sé de lo que hablo. ¡Ups!, mira, se nos acabó el tiempo de la sesión. No te olvides de pagar al salir, si no lo has hecho ya, ¿eh? Y vuelve pronto, yo estoy aquí para ti. Soy tu medicina, y tu incapacidad para tirar tus escrúpulos por el retrete mi fuente de ingresos. Pero no te preocupes, que ya te enseño yo cómo hacerlo. Como enseñar a un crío a limpiarse el culo después de cagar. Aleccionador. Ya te digo, me gustaría hacer otra cosa, algo más altruista, más…cristiano. Je, qué broma más cojonuda. Quizá cuando me jubile. Necesito muchos capataces estresados, jefecitos esquizofrénicos, esposas buscando que las enseñen a hacer equipo de nuevo con el hijo de puta que escogieron para mearse en el mundo juntos. Sí, corazón, a eso se le llama triunfar, y huele a mierda cuando nadie viene a limpiar los restos de la fiesta. Ay, qué pena, que te toca hacer la limpieza a ti y no estás acostumbrada, claro. Tranquila, que yo te enseño. Bonitas tetas artificiales, por cierto. Nada, nada, código deontológico, soy un profesional, lo que pasa en este despacho no saldrá jamás a la luz. Salvo que me paguen por publicarlo más que tú por las sesiones, claro. No es personal. Tú en mi lugar harías lo mismo. Yo en el tuyo, pues otro tanto. Todo el mundo se baja los pantalones, ¿qué no? Y al que no quiere, se los bajamos a la fuerza entre los demás. Y ese se lleva la peor parte. Por capullo. ¿Pero a quién se le ocurre tener principios en esta ciudad? Y todos, todos, vendréis a mí a que yo os repare por dentro. A que os haga funcionales otra vez. A que os dé la absolución, y a ser posible sin penitencia, o con lo mínimo, que vamos con prisa, ¿eh? Para eso estoy, mis queridos sociópatas trajeados, para ayudar, no para juzgaros ni para cambiaros. Faltaría más. ¿Un mundo mejor? No seas pánfilo. Eso puede esperar. Hoy vamos a cenar a ese nuevo restaurante de la Guía Michelín, y quizá ya mañana, si eso… desde que Pepito Grillo se hizo cocainómano las cosas marchan mucho mejor, no veas cómo ha mejorado la productividad. ¿Suicidios? No, eso es tabú aquí, no me jodas la cena con tu cantinela, ¿eh? Déjalo correr. Total, no eres tú…
Y seguimos con los intentos de definición...
HK, la ciudad de las paranoias grupales/colectivas, inducidas por sociópatas, fanáticos y otros hdps varios...
Thursday, November 9, 2023
Esfuerzos cotidianos
Desmontar las estructuras tóxicas que te rodean (y apartar de tu vida a la gente que las sostiene y alimenta). Qué gran, ímprobo esfuerzo…
Saturday, November 4, 2023
Objetivos vitales
Creo que un objetivo vital y compás moral mínimo en la vida podría ser algo así como “procurar no ser tóxico a los que me rodean, y aportar hechos positivos en vez de lo contrario”. Puede parecer un objetivo sencillo y humilde, pero no lo es en absoluto; especialmente cuando los que te rodean son gente agobiante, tóxica, sociópatas (no todos, por supuesto, pero una proporción demasiado significativa), o sencillamente personas pasivas que condonan o normalizan el comportamiento de los anteriores. En circunstancias y coyunturas así, ser una buena persona es una opción ética que demanda un esfuerzo casi constante y que probablemente traerá más conflictos que recompensas. Aún así, una vida sin un compás moral resistente y positivo es una vida desperdiciada en la parte más baja y animal del espectro humano.
Thursday, October 26, 2023
Bosquejos de una sociedad VIII
Venga, vamos. Otro turno. Otro día. Otro millar de gilipollas cruzándosete por el camino, deseando morir e irse al infierno. Y encima, yo no puedo parar y frenar y decir “tenga cuidado, abuela”, o “señor, hágase a un lado, por favor”, o llegaría fuera del límite de horario asignado a mi turno. Porque esos putos límites de tiempo sacan de quicio a cualquiera. “Hay que fluir¨, dice el encargado de línea. “La gente se quejará si llegas tarde”, dice el muy capullo. No te jode. La gente se queja siempre de todo. “No arranques, que no me he sentado todavía”. “No cierres la puerta, que tengo que salir”, y la puerta que lleva abierta diez segundos sin que nadie se haya movido. Y a mí me cronometran todo. Hasta el tiempo para cagar. Hasta lo que tarden en abrirse todos los jodidos semáforos de la ruta. ¿Y por qué no me cronometran y me añaden también cada vez que tengo que bajarme a echar la plataforma para que suban los paralíticos en la silla de ruedas? ¿O cada vez que alguien me pregunta si esta línea para en yo que sé qué calle? Esto no es un taxi, joder. Léete la lista de paradas antes de subirte. Pero hay qué fluir. Hay que ser rápido. Rápido. Rápido. Más rápido. Has perdido mucho en el atasco. Acelera. O tendrás una falta. Y cuando acabes recorrido, lo justo para mear. Descansitos, pocos, ¿eh? Hay que rendir. Más rápido. Más pasajeros. Más dinero para los dueños de esta puta compañía. ¿Pero cómo voy a ir más rápido llevando este mastodonte de dos pisos, ¿eh? Tú lo has visto bien, ¿no? Bonito, ¿verdad? Cojonudo para la foto. Cuando eres un crío, tener estos autobuses como juguete está muy chulo. Mira que te gustaban de chaval…Pero ahora que tienes que mover uno de verdad entre todo este tráfico, con la gente bajándose de la acera todo el tiempo, si es que parecen idiotas. ¿Y tú sabes todos los ángulos ciegos que tiene este monstruo? Mucho sistema electrónico, mucho pitar, pero si no estoy atento se me meten hasta en las ruedas, joder, no piensan. Sólo tienen prisa. Cruzar, cortar por el medio de la carretera. Más rápido, más rápido. Y luego que se piensan que yo freno en seco y ya está. Como si fuera posible. Para que encima los pasajeros se te echen encima y digan que se han golpeado por tu culpa. A esta bestia no siempre se la domina. Vamos, que no me duelen luego los músculos y los hombros. Esta palanca de cambios le revienta la espalda a cualquiera. Deberían subvencionarnos unos masajes. Por el bien de todos, ¿no? Mejor tenernos relajados y sanos, listos para parar en cuanto surja el momento de peligro. Porque si no se te cruza un taxista loco en la autopista, se te pegan decenas de peatones suicidas por la calle en Kowloon, o el camión se empeña en pasar antes que tú, a ver quién los tiene más bien puestos. Psicópatas al volante. Joder. Es mucha responsabilidad para mí. No me lo compensan lo suficiente. No entienden lo que quema y exige este trabajo en un lugar como este. No entienden que en mis días libres no quiero ver un volante cerca. No entienden que todas esas muchedumbres desparramándose sin cuidado, pegándose al arcén, mirando su móvil o al cielo mientras se te acercan, me aterrorizan, me asquean. La gente debería ser más disciplinada, como los japoneses. Aunque he oído que en otras partes es peor. Al otro lado, ufff… Y la memoria, todos esos recorridos y paradas que hay que recordar. A ver cómo coño das marcha atrás si te equivocas y te metes en la bocacalle equivocada. Pero si apenas cabe el autobús, como para maniobrar. Su puta vieja madre. Este trabajo es para gente especial, ¿eh? No es para cualquiera. No pierdas el temple cuando un subnormal te grite porque suba frustrado y quiera liarla. Ni le mires. Escoria. Y si se quejan de que vas despacio, que se aguanten, por su bien… mira lo de aquel autobús de la carretera a Tai Po y los viejos borrachos de vuelta del hipódromo hinchándole lo que no debían al conductor; mira cómo acabaron. Más rápido. Tu puta vieja madre, más rápido. Cómprate una moto y acelera hasta estamparte si quieres. Y esa es otra, las motos, a toda mecha por la izquierda y por la derecha, jugándosela para ganar unos pedidos y unos pocos dólares más. Pobres diablos. Y pobre de ti se les tocas por accidente. Joder. No quisiera yo. Estamos todos jodidos en esta jungla de asfalto. En serio. Más rápido. ¿Para qué? Mejor es que llegues de una pieza, imbécil. Respeta al capitán del vehículo. Por la cuenta que te trae. No es un trabajo para cualquiera. Hay que ser duro, física y mentalmente. Y qué poco nos lo agradecen. Más rápido. Sí, hombre, hasta que te salgas y te despeñes. Qué visión, un elefante de estos de dos pisos estrellado verticalmente, ¿eh? Y la gente desparramada por todas partes. Joder. Escalofríos. Tranquilo. Sobre todo, tranquilo. Tú eres el capitán. Tú decides. La máquina te sigue. Ellos no saben. Sólo saben abrir la boca y gruñir. Sí, hombre, sí, más rápido… anda y cómprate un coche de carreras y vete a una isla a estrellarte en una carretera perdida…
Tuesday, October 17, 2023
Geografías locales XI
Thursday, September 21, 2023
Geografías locales X
The Peak
La Cumbre. El punto desde el que las torres gigantes se reducen a estiladas columnas, frágiles humos de vanidad, vistas desde aquí. Cuestas infinitas. Curvas y más curvas. Cabinas de hierro propulsadas por kilómetros de cables; hoy mero recreo de visitantes obsesionados con la captura de imágenes. También se puede acudir a una de las zonas de historia respetable en la isla, y desde allí caminar, lenta, trabajosamente, hasta el santuario de las viejas élites, el aire limpio de suciedad proletaria y miasmas orientales. Es saludable subir, avanzar hacia las villas donde la prosperidad y el poder exigen distancia. Cualquiera puede hacerlo; sólo se requiere esfuerzo y voluntad. Es bueno que crean eso. Pobres imbéciles. Por el camino, viejos caserones abandonados, oscuridad absoluta en el interior. ¿Cuántos lujos aberrantes y pecaminosos no habrán albergado esas paredes? Quién sabe la sangre que se habrá derramado sobre esos mármoles refulgentes. No intentéis violentar estas antiguas propiedades. Hay todavía demasiado mal albergado en estas mansiones dilapidadas. Fantasmas poderosos y obscenos os observan desde el interior. En vida sólo conocieron la impunidad y la avaricia. Quién sabe ahora…Colinas de nombres y dicciones inglesas perfectas en el pasado. Hoy caminos de ecos sibilantes y rostros ovales, venganza histórica sobre un intruso al que transformar en efímero. No lograréis borrar nuestra huella, dicen los fantasmas blancos; dejamos demasiado dolor y veneno tras nuestros pasos para ello. Llegamos a la cima, fin del trayecto. Colores chillones y plástico. Consumismo infantil. Marcas globales y asépticas demandando tu dinero, recordándote que has vuelto al punto de inicio aunque estés mucho más alto, que aquí el ascenso es una metáfora de espejismos en los que languidecer, como en casi todas partes. Observa el manto metálico y rocoso de la ciudad extenderse en varias direcciones, desquiciado hormiguero banal en el que desperdiciar una vida. Captura la inmensidad inútil de lo moderno, una vez, otra, todas las que puedas. Muévete ahora, ya llegan nuevos autobuses de turistas. Móntate en uno de ellos, o en el tranvía, para hacer el viaje inverso a la mayor velocidad posible, y vuelve a donde perteneces. El Peak no es más que una foto nublada por la polución para alguien como tú o como yo.
Monday, September 11, 2023
La Ciudad de la Violencia IV
En la Ciudad de la Violencia, al Administrador de Castigos le llamaron Juez. Su misión no era decidir la inocencia o culpabilidad del acusado, sino el grado de crueldad aplicable a la pena, y la duración del proceso, horrendo en sí. El Juez debía mostrarse siempre autoritario y avasallador, y para ello ensayaba en su casa de forma diaria las más horribles e histriónicas muecas y gesticulaciones. Su aspecto debía producir temor, especialmente las líneas del rostro, el movimiento de los brazos y el agarrotamiento de las manos; aunque un exceso de manierismo hacía a veces que el resultado fuera más bien patético, o incluso cómico, para aquellos que no participaban en el juicio. Los dedos del Juez debían parecer flechas envenenadas apuntando contra el acusado, largos, tensos, capaces de levantar sombra y gelidez abrasante allí donde indicaran. La voz del Juez debía ser retumbante, o en su defecto chillona, desabrida. Su tono debía causar un tipo de respeto basado en el miedo, exclusivamente. Los veredictos del Juez no tenían gran importancia, porque siempre eran fácilmente predecibles. El sufrimiento ajeno, para el Juez, era ejemplarizante y purificador. La sociedad debía construirse sobre él. La redención sólo se obtenía a través de la sumisión. A veces, el acusado fallecía durante el proceso, y eso facilitaba la labor del Juez, pues el fin de todo proceso era para el Juez demostrar el poder destructor de las Instituciones. En la Ciudad de la Violencia, la justicia se escribía con sangre en la piel del procesado.
Saturday, September 2, 2023
La Ciudad de la Violencia III
Vivimos en la ceguera de unos ojos vueltos hacia dentro que sólo pueden ver el interior. Fingimos mirar lo que nos es externo, pero nos tapa la visión un YO enorme y grotesco. No llegamos a encontrarnos. Nunca nos conocemos; tan sólo nos soñamos. No hay nada romántico en esto. Es algo patético, propio de organismos inmaduros, torcidos. Vivimos una existencia de proyecciones mentales que bloquea la empatía y nos hace impermeables al sufrimiento ajeno. Somos religiosos y materialistas. Somos cínicos y corteses. Somos un yo que sólo se hace nosotros en raptos de hedonismo o furia destructiva. Niños malcriados con togas de juez. Enfermos mentales con bandas y bastones de distinción local. Todo tiene un precio en esta ciudad: el amor también. Quien lo conceda de manera gratuita, deberá ser castigado y sufrir.
Friday, August 25, 2023
Los escritores subterráneos
Los escritores subterráneos no publican sus libros en grandes tiradas, sufragadas por editoriales prestigiosas y con prólogos de personajes públicos. Los escritores subterráneos se mueven en inframundos evanescentes, fragmentos virtuales de una realidad que gira alocada en el huracán destructivo de los ángeles del tiempo. Aparecen en redes sociales encharcadas en odio, tedio y banalidad. Se refugian en las chozas casi anónimas de un blog, ese mundo de lo anti-profesional y lo no remunerado que corre secreto bajo los pies de críticos e historiadores. Los escritores subterráneos no firman ejemplares, nada más cosechan sonrisas y asentimientos espontáneos, magro regalo del que alimentarse. Nadie analiza su estilo, sus escuelas, sus disputas y pavoneos. Pero nadie documenta como ellos la fragmentación y desorientación del mundo presente. Sin los escritores subterráneos sólo existiría el fascismo de la palabra pulida y fulgente, pero vana y predecible. Los escritores subterráneos no son trabajadores ejemplares. No tienen un horario fijo ni un despacho repleto de reliquias. Son perezosos, remolones, prefieren aullarle a la luna negra pintada en la pared desconchada de un tugurio a levantar una catedral de vacuidades. Son obsesivos, pero demasiado discretos para apabullar al prójimo con laberintos de alfabetos. Producen muy poco, pero irradian lo que escriben; y eso ya es mucho. Los escritores subterráneos se arrugan, se encorvan y se mueren sin que nadie les dedique un homenaje. Eso les desagradaría enormemente. Al escritor subterráneo, como al dios interior, sólo se le honra de forma individual, en la intimidad. Los escritores subterráneos son locos gremiales, condenados de antemano, profetas sin culto. Son el lado oscuro, pero también romántico, de su sociedad. Los escritores subterráneos sueñan el Paraíso, pero lo olvidan a diario. Son el último resquicio de la conciencia, antes de vestirse con el traje del Infierno.
Sunday, August 20, 2023
Geografías locales IX
Admiralty, una curva ascendente, no se podría llegar aquí de ninguna otra forma, salvo que se descienda de la cumbre isleña y su altivez heredada. Cristal y acero, esmerilado, reflejos de azul pálido. Bloques enormes de hormigón. Enormidad. Demasiado grande salvo para unos pocos privilegiados. El tranvía pasea despacioso, fingiéndose ajeno a los acelerones del tiempo. Multitud de autobuses, arteria principal. Tan británica hace unas pocas décadas; sibilante, rechoncha, tierra del Norte ya. El dinero transita furioso por estos pasillos hechos para escapar de las tormentas veraniegas. Colores suaves pero brillantes en el interior del centro comercial para anunciar esos objetos imposibles cuya única función es separar a los verdaderamente ricos del resto. Tiendas impersonales por todos los pasillos, heraldos de la globalización para alimentar y vestir a oficinistas agotados, pero todavía ambiciosos y expectantes. El gran rectángulo sagrado de los abogados que dicen no haber perdido un caso nunca, los sastres que presumen de vestir a reyes y sultanes, los anticuarios que podrían poner un fragmento de Historia en la mesa del cliente que esté dispuesto a pagar para que se encuentre aquello que ya no existe, los diplomáticos que miran y entienden el mundo desde la lejanía arrogante de la ventana sellada en el rascacielos. Tanto, tanto, tanto hechizo y elegancia apilados verticalmente. Y, sin embargo, todo tan vacío y tan frío. Casi peligroso; afilado. Esquinas que son puntos ciegos por todas partes. Laberinto mortífero para quien quiera penetrar sin pertenecer a aristocracia ninguna. Venid solo a limpiar nuestra suciedad. Venid solo a rogar. Venid solo a reafirmar nuestra superioridad. Y marchaos después a agonizar y morir lejos de aquí, lejos de Admiralty.
Hace unos años construyeron un monstruo enorme en esta pequeña zona. Un complejo de cristal oscuro y aspecto ligeramente amenazante. Lo rodearon de ese bien tan escaso en esta ciudad que es el césped natural. Una enorme sombra opaca y deslumbrante en una planicie, en este vacío que cuesta millones en su vanidad inconmensurable. Años después lo rodearon de grandes vallas blancas de plástico. Hoy, si preguntas a algún habitante local, se encogerá de hombros con un gesto entre el desprecio y la ironía, y te dirá que preguntes a otro para qué sirve y quién ocupa este objeto gigantesco. Hay muchos que no quieren escuchar el pálpito de este corazón negro que bombea en todas las direcciones de la región. Mala señal para el futuro.
Wednesday, August 16, 2023
Bosquejos de una sociedad VII
Impecable. Otro día más en la oficina. Otro día menos para jubilarse y hacer todo lo que debería haber hecho ya, lo que me merezco. Procedimientos. Protocolo. Eso cubre todo lo que haya por debajo. Lo que pase por encima, últimamente es mejor no verlo. Antes no era así… ¿o quizá sí lo era? Qué más me da a mí. Las banderas ondean en el asta, alguien las cambia, ¿y qué? A un buen profesional eso no le afecta. Protocolo. Ten fe en el sistema. Las personas son irrelevantes cuando el sistema es óptimo. Y si hay fallos, es sólo un número en las estadísticas anuales. No pongas en juego tu jubilación. No discutas. La jerarquía es importante para el orden. La jerarquía es importante para tu cultura. El orden. No hay eficiencia sin orden. Quien ha fracasado en la vida es por falta de orden y esfuerzo. Deberían sentirse agradecidos de que se les conceda un mínimo de atención. Bajar la cabeza, rellenar el formulario, dar las gracias, irse y esperar. No abarroten la sala, por favor. Tengan todo listo, sean eficientes como nosotros. ¿Veis? Así se hacen las cosas bien. Está todo en el sistema, en el protocolo. Si tan solo todos pudiéramos entenderlo. Las anomalías no las genera el sistema, las generan las personas. Las personas, el individuo, egoísta, vago y mentiroso, son el origen de los problemas. Los números seguro que lo demuestran. Es necesario saber leer y entender las estadísticas. Pero ellos no saben, no quieren estudiar y comprender cómo se deben leer esos documentos. Nosotros tenemos que interpretarlo siempre para ellos. Pobres. Somos las columnas de esta ciudad. Somos el sistema. Somos el ejemplo. Orgullo de pertenencia a un cuerpo oficial. ¿Cómo explicarle eso a los que están fuera? Es algo que se aprehende con el tiempo. Con la experiencia. Con la eficiencia. La rapidez. Dedicación. Descubrir el engaño. Rechazar y perseguir el abuso. Los bienes públicos no se deben despilfarrar entre quien no los merezca. Sí, orgullo de pertenencia. Esto es meritocracia. Nosotros somos meritocracia. Deberíamos recibir mejor recompensa que una palmadita en la espalda y un pequeño aumento de sueldo en la revisión anual. Toda una vida sacrificada para el beneficio ajeno, para ellos. Nosotros somos la verdadera aristocracia. Más que los comerciantes, más que los grandes empresarios. ¿Qué serían ellos sin nosotros? Nada. Meros gánsteres. Acabarían matándose entre ellos y descendiendo en el caos si no estuviéramos nosotros para darle sentido a todo. Sí, nos lo deben todo. Y qué poco nos lo agradecen. Pero no es para lo que trabajamos con tanta dedicación. Es nuestro deber. Es el sustrato sobre el que se construyó el Imperio. Es el origen de la civilización moderna. Nosotros somos la civilización. ¿Qué puede haber más racional que un funcionario? Eliminamos el sentimentalismo, el favoritismo, o… nosotros hemos levantado este lugar. Lo hemos limpiado. Lo mantenemos pulcro y engrasado para que otros, arribistas locuaces de turno, se lleven los honores y sean sus nombres lo que figuren en los libros de historia. Ingratos. Somos vuestra columna vertebral. Somos la ley hecha carne. Somos el orden personalizado. Nos lo debéis todo. Todos vosotros. Algunos lo sabéis, aunque nunca lo vayáis a reconocer. Otros nunca lo sabrán, son demasiado ignorantes. Nunca fueron a la universidad. No sabrían entender un sistema tan complejo; su sutileza; su sofisticación. El orden es hermoso, y nuestro deber es mantenerlo, lubrificarlo, perpetuarlo. Hemos estudiado y trabajado muy duro para entrar en este Cuerpo. ¿Qué sabrás tú, pobre diablo suplicante? Creo que hoy no aceptaré discusiones a mis decisiones. Hoy me siento expeditivo. No debería tener tanta paciencia. No es necesario. Al fin y al cabo, yo no soy parte del sistema. Yo soy el sistema. La prueba de que la escalera de ascenso social está ahí, para quien se esfuerce por subirla. Así que podría decir: jódete. Es mi poder. Es mi privilegio. Pero me han educado en la mesura, en la docilidad, en la fe en lo que hago y lo que soy. No voy a mancillarlo dejándome llevar por las emociones. ¿Veis qué suerte tenéis conmigo? Y, al fin y al cabo, es también un día menos para jubilarme y olvidarme para siempre de esta gran mierda…
Sunday, August 6, 2023
Geografías locales VIII
Bienvenidos a Mong Kok, el reino de los tenderetes donde revolver entre montañas de quincalla e imitaciones. El rojo y el verde, chillones, estridentes, como corresponde a este distrito, nos reciben al apearnos del metro o del tren. Aquí y allí, algún turista de trayecto corto, desorientado, maleta en mano, temeroso de preguntar a los veloces y a veces esperpénticos personajes locales que circulan en esta área. Ya sabes, la mala fama, aquí fueron los más radicales durante las protestas, aquí se esconden los sediciosos y los marginados, aquí reinan las triadas urbanas… y algo de eso hay flotando en el ambiente, sin duda alguna. Camina por los puentecillos metálicos hasta llegar a las arterias principales, nodos de tráfico interminable, taxis y autobuses de diferentes tamaños y colores, algún coche deportivo buscando aparcar quién sabe dónde o para qué. Todo en Mong Kok es secreto, subterráneo, en el límite de lo legal, puede que más allá ya. Otra vez las calzadas estrechas, reducidas aún más por las mercancías apiladas a la puerta de cada tiendecilla, los entramados de bambúes escalando hacia un cielo perdido, casi invisible, y la cercanía casi obscena y amenazante del tráfico incesante. ¿Polución? Sí, claro, si vives aquí has de saber que es parte del precio a pagar. Mejor frecuentar estas avenidas y calles que se atraviesan cuando se es joven, poco queda ya para los ancianos en esta zona: un pequeño mercado de pájaros, jaulas cubiertas como metáfora del lugar; un mercadillo de flores, arrinconado y asfixiado en una esquina del distrito; unos cuantos mini estadios, parques, y algún restaurante superviviente de la vorágine especulativa y la tradición malévola de los protectores pagados, también llamados gánsteres. Por favor, adéntrense en estas calles y callejuelas, observen los colores, huelan las frituras y las mezclas imposibles presentadas a precios adolescentes, vean los juguetes construidos por los menos privilegiados de la cada vez más pujante sociedad china, los recuerdos asiáticos reproducidos hasta el absurdo en jades y oros de factoría, los relojes baratísimos que marcan el absurdo de querer medir el tiempo con la muñeca de los ricos, los pececillos multicolores, encerrados en minúsculas bolsas de plástico esperando un hogar al que traer buena fortuna, la ropa de uno o dos dólares que promete pasar por veinte veces su precio, las zapatillas que todo niño debe anhelar…consuman, coman, vistan, compren, empujen y sean empujados. No es lugar para las buenas maneras. No es lugar para reclamar. Es el Asia industriosa, terrible, tópica, es una China que se ha desplazado a otros países pero todavía existe como ejemplo de milagros al servicio de Occidente. ¿Por cuánto tiempo más? Aproveche hoy, mañana ya no estaremos aquí, o quizá usted ya no estará… Densidad. Horror al vacío. Impermanencia. Obsolescencia. Y para huir de tanto agobio y excitación, esos locales secretos dentro de los viejos edificios. Unas escaleras de piedra, sucias, pintarrajeadas, y una puerta que alguien abre para mostrarte un restaurante o un café de imposible elegancia o inocente modernidad, copiado de Seúl, de Tokio, de cualquier lugar cercano que no sea China, porque China ya está por todas partes y no es necesario copiarla. Un poco más allá, un puente en desuso, bloqueado, repleto de mendigos y desequilibrados sin techo que nos recuerdan que no todo el mundo viene a Mong Kok a divertirse y consumir. Al otro lado del distrito, calles de edificios rosados cubiertos de pósteres invitándonos a masajes, a beber junto a muchachas sonrientes, a entrar en una zona turbia donde las autoridades prefieren acelerar al pasar. Karaoke para los chavales. Locales de apuestas para los que creen que el destino les reserva un soplo de suerte o de miseria absoluta. Peligro. No quieras hacerte una foto con esa gente con los brazos cubiertos para que no se vean los tatuajes. No es el lugar ni el momento para los turistas. Esto es placer y dolor local, nada bueno sacarás metiéndote aquí. Mejor vuelve al centro, junto a la entrada de metro. Sí, ahí está el gigantesco centro comercial, seguro que han preparado algo nuevo para entretenerte dentro. Y es más seguro. Y más limpio. Quédate ahí. O pasea por la gran avenida Nathan, observa cómo las joyerías se desgañitan en mandarín buscando clientes reacios, o los restaurantes, asépticos nombres de gran cadena, se llenan de gente de mirada triste y perdida en la nada. ¿Qué le pasa a este lugar? ¿No era acaso un epicentro de entretenimiento y alegría? En algún momento nos percataremos de que la suciedad se acumula, se oscurece, veremos a los pobres durmiendo en un colchón discretamente alejados de la multitud, a los ancianos desorientados, a los visitantes abrumados, incluso si son sólo unos cuantos kilómetros los que les separan de este barrio, de este mundo aparte que no es más que una mera aglomeración en falso de todos los mundos, una ilusión de escapismo que se difumina y nos deja melancólicos, insatisfechos. Adiós, Mong Kok…
Wednesday, August 2, 2023
Geografías locales VII
Central (el centro neurálgico de la Ciudad del Hedonismo)
Cuesta arriba. El placer y el dinero aparecen si logras subir la cuesta. Imposiblemente empinada cuando el alcohol hierve por las venas. Hermosa en sus afeites nocturnos. Molesta en su resplandor artificial de turistas y ropa de oficina bajo la luz del sol. Pero siempre arrogante. Los años y las personas van pasando. Los nombres de los locales y el retumbar de las canciones de fondo van pasando. Pero la cuesta sigue bullendo de promesas, deseos, aflicciones, locuras, encantos, engaños, sonrisas entre lo resignado y lo vicioso. Es una pequeña conjunción de arterias que se ramifica silenciosa hacia gustos diversos para comunidades que prefieren separarse en algún momento de la noche. Quizás acabe siendo el último lugar de encuentro entre dos mundos. Quizá nunca lo haya sido. Espejismos, oropeles, cócteles imposibles, gente impecable que parece haber aprendido el secreto de los que no sudan. El lujo debe fluir sin interrupciones o todo este lugar perderá su razón de ser. Tierra de carne joven. Se ha de pagar tributo para ser aceptado aquí una vez la piel se ha estriado. No se acepta más decrepitud que la de los ancianos barrenderos que escapan al hambre trabajando hasta caer muertos. Su aparición indicará que el fin de la noche está cerca, y las calles dejarán nuevamente de pertenecer a los que cambian dinero por deseos, caricias por promesas, o mero olvido por un soplo de felicidad carnal. Con el día llegan los limpiadores, recuerdo obsceno y casi anónimo de la crueldad de esta ciudad; llegan también los empleados de las oficinas adyacentes, elásticos, agresivos, dinámicos, ambiciosos pese a carecer muchos de ellos de las fichas con las que se puede ganar en el tablero de ma-jeuk en este casino gigantesco; llegan los turistas de una China menos glamourosa pero cada vez más adinerada y desacomplejada, distinguibles por sus conversaciones sibilantes y estridentes y su simpleza casi ofensiva en el vestir; llegan los expatriados, de tez tersa y cuerpos cuidados, altos y veloces, displicentes con lo que les rodea, como si les asqueara reconocer que necesitan aquello que les disgusta tanto para mantener sus privilegios ya no tanto de raza como de clase; llegan las empleadas domésticas, muchas veces vestidas con su mejor conjunto, ansiosas en su esperanza de mezclarse con ese mundo de cuento de hadas y opulencia que sólo pueden entrever en un rato furtivo de escapada entre recado y recado. No llegan aquí los viejos de las viviendas de protección oficial, ni los desempleados crónicos, y apenas logran llegar algunos niños de una barriada pobre que se deslumbran ante la abundancia de objetos y culturas, plástico y viandas, que se despliega en carísimos cubículos comerciales. “Trabaja duro y algún día serás un empleado en una de estas tiendas u oficinas”, les dirá algún adulto incapaz de repensar la insensibilidad de su frase. Con mucha más probabilidad, serán las cadenas comerciales impersonales con el sello de lo global, las que acaben absorbiendo a estos niños ensimismados apenas sean adultos: dependientes, transportistas, ayudantes de cocina… También habrá un lugar para los menos privilegiados entre abogados, financieros, altos funcionarios y otras familias de estirpe respetable. Y para alimentar a los unos y a los otros, locales históricos donde se ha forjado la leyenda culinaria china se mezclarán con ofertas gastronómicas de todo el globo, normalmente acompañadas de estrellas y parabienes diversos. Y para los que carezcan del salvoconducto económico a los cielos de la gula, siempre habrá algún McDonald’s cerca, toda vez que los pequeños restaurantes familiares han sido ya engullidos por ese otro pecado capital que es la especulación inmobiliaria. Central, centro neurálgico del privilegio y el hedonismo. Parcela engañosa que parece dar la bienvenida a todos de manera democrática y generosa, incluso permitiendo que las pobres muchachas filipinas e indonesias se tumben a compartir la sombra los domingos junto a sus leones altivos broncíneos. Pátina pétrea de lo antiguo, de lo que se hereda, junto al destello deslumbrador de lo nuevo, lo que siempre renace y no llega a envejecer. Enorme escalera mecánica hacia los barrios pudientes que todos pueden usar, aunque a muy pocos les servirá. Central, centro neurálgico de la arrogancia y la ansiedad. Hermoso decorado para contar una historia de crueldad y desigualdad. Me han dicho que una vez tuviste un muelle cerca, mucho más cerca que ahora…
Sunday, July 30, 2023
Geografías locales VI
Friday, July 7, 2023
Geografías locales V
Sheung Shui
Maletas, bolsas de tela transportadas en carritos, más maletas, gritos, advertencias, gente fumando arracimada en torno a las papeleras naranjas con sus ceniceros en la parte superior. Humo, sudor, olores, el azul de los uniformes de la policía paseando despaciosos entre el caos. Algún niño ocasional y muchos viejos. Y el flujo sibilante del mandarín tapando gradualmente los decibelios del cantonés. Es la salida del metro en Sheung Shui. Un poco más allá, bicicletas alineadas, la mayoría herrumbrosas y casi tan enflaquecidas como sus dueños. Unos pasos más allá, y podrás ver los inevitables centros comerciales, indistinguibles en su retahíla de oligopolios comerciales, esparcidos y asépticos, y junto a ellos esas torres de colores chillones, con su falta de sofisticación que anuncia la condena social y económica de sus habitantes. Entremedias de todo, carriles de carretera que se pierden en el fin de las demarcaciones oficiales. Más allá, los pueblos, territorio secreto y brumoso donde la palabra turista es recibida con desprecio y descreimiento, y la frontera, tan invisible como omnipresente. Por estas villas dispersas, carentes de mapas comercializados, se filtra todo lo que debe moverse pero no tiene sitio en las aduanas. Mejor no acercarse, mejor no ver ni escuchar. La aglomeración urbana no sabe hacia dónde debe mirar, ¿hacia el norte o al sur? El mundo cosmopolita y occidentalizado de la isla parece tan lejano aquí… Y desde el autobús observar los rascacielos del otro gran monstruo al otro lado, mimetizado ya, superior dirán algunos, más dinámico, acercándose cada vez más, dando cierta impresión de querer engullir las líneas de separación y acabar con una anomalía histórica y administrativa. ¿Amenaza o promesa? A la mayoría de los habitantes de Sheung Shui les importa poco, pues están demasiado ocupados intentado sobrevivir y mudarse a los territorios de la prosperidad y el lujo. Demasiadas maletas, demasiadas bolsas de tela, demasiadas farmacias y tiendas de cosméticos con los precios inflados, demasiadas colillas de cigarrillos de marca china desperdigadas por el suelo, demasiadas ambiciones para dejarlas entre el olor a goma húmeda y sucia y el enladrillado naranja y amarillo de una vivienda de protección oficial en el extrarradio de la riqueza. Pero, antes, es necesario decidir, ¿hacia dónde mirar?, ¿hacia el norte o al sur? Y así va pasando la vida…
Sunday, July 2, 2023
Geografías locales IV
Tai Po Market
Aquí se hacinan las tradiciones de la chusma y el colorido de los que no tienen que educar el gusto. Aquí pasean los viejos, las empleadas domésticas, los trabajadores manuales, desempleados y amas de casa resignadas. Aquí el griterío y la suciedad ahuyentan a los del otro lado del río, los de las mansiones, y los de las torres que reniegan de su clase y les gustaría vivir en una mansión, aunque nunca lleguen a hacerlo. Todos esos viejos edificios chinos sin ascensor, sin guardas, una vez quizá custodiados por una comunidad en desintegración, ¿quiénes son sus habitantes hoy? Nadie, fantasmas arrugados y trabajadores precarios, inmigrantes muchos, cuyos nombres no salvaguardarán estas puertas. Todos esos viejos edificios resistiendo el empuje destructor de la especulación inmobiliaria, los grandes amos que desearían transformar toda esta pobreza retenida en escombros para levantar torres esbeltas y asépticas con las que seguir disparando los índices de desigualdad en la ciudad. Este barrio es un signo de resistencia, de memoria, de negación. Pero también lo es de clandestinidad, de submundos de apuestas, deudas brutales, castigos heredados, códigos invisibles, tristezas insertas entre lo oficial y lo real. Pequeños señores feudales cuyo territorio son unas pocas calles, bajando desde los pueblos remotos y temidos a cobrar tributo entre los vecinos y comerciantes, con la inteligencia reptante de varias generaciones que han aprendido a mimetizarse con las leyes y con el poder del silencio. ¿Dónde acaba el crimen y empieza la diversión en Tai Po Market, o viceversa? Difícil de descodificar para un extranjero. Mucho mejor no intentar averiguarlo. Quedarse a la puerta, observar las decoraciones, comer algún tentempié local grasiento y humeante, charlar con las muchachas surasiáticas los domingos, no cruzar el umbral de un mundo ajeno, apenas insinuado. Más sabio si te quedas al otro lado del río, montas en bici los fines de semana y visitas algún bar en el que te hablen en la lengua de los fantasmas. Y esa tienda de maleficios y males de ojo, baja la cabeza al pasar. Nunca se sabe. Olor de tripas asadas y pequeños puestos familiares que se retuercen por sobrevivir entre mordiscos de globalización y cadenas de venta. Un mundo muere, o se esconde, y sabemos con tristeza que ni siquiera nos percataremos de su desaparición. Al final quedará un museo herrumbroso con un viejo vagón de ferrocarril, visita obligada con los niños, o un poste rojo y negro con fotografías y dibujos de lo que fue cultura una vez. Y las torres, esperando para llegar, su sombra proyectándose incluso antes de su construcción. Tai Po Market, un mundo sucio y rudo que se ha hecho viejo, y quién sabe si alguna vez será.
Friday, June 30, 2023
Geografías locales III
Wah Fu Estate
Granito, amarillo ensuciado, un sol inmisericorde o lluvia persistente. Los decorados de la tristeza industrial. Aceras estrechas y súbitos cuadrados vacíos, desangelados, anunciando la llegada a los espacios comerciales. No hay nada que reluzca aquí. El lujo discurre a poca distancia, y aun así ajeno, en la carretera superior donde comienzan las colinas, y en la línea costera transformada en fortalezas modernas; territorios prohibidos a los habitantes de Wah Fu Estate, excepto para las tareas domésticas.
Ejércitos desordenados de ancianos. Desempleados u obreros ocasionales. Recorridos sin destino, circulares, dentro de este terrario de desesperanza. Miradas turbias para quien entra sin la invitación perenne de la pobreza y la humillación. ¿Qué haces aquí, gwailo de mierda? ¿Te has bajado en la parada de autobús equivocada? Lárgate, nada de lo que se vende aquí es de tu incumbencia o agrado. Las torres como anuncio uniforme de las limitaciones de varias generaciones. Amarillo ensuciado. La industria un poco más allá, junto a la costa, y el resto son carreteras intransitables para el pie humano, donde morir atropellado por la riqueza y la arrogancia sin testigos que denuncien. Móntate en uno de los autobuses o de los mini-buses que pasan ocasionalmente y no vuelvas. Este no es un lugar para hacer fotos, no es un lugar para descubrir las supuestas delicias de la cultura local. No es nada. Es un espejismo. Es lo que le sobró a la opulencia y no supo dónde poner para no tener que verlo. Es lo más humano y estremecedor en kilómetros, posiblemente. Ejércitos de ancianos y desempleados, camisetas blancas de tirantes con lamparones, viejos trajes ajados de mandarín. Márchate, este lugar no existe. No es el mundo que has venido a conocer.
Geografías locales II
Wan Chai:
Escaleras de piedra y barandillas metálicas. Recodos. Ventanas de miniatura, herrumbrosas, breves ojeadas a miserias asimiladas por las décadas. Pobreza y lujo de diseño. Hoteles estilizados para gente joven, alta y limpia, similar a su hábitat, y viceversa. Y esos ancianos cada vez más escasos, más postales de una vida que se esfuma mientras los demás miran hacia las luces de neón. Callejuelas y verticalidad. Ruido de globalización que lo devora y gentrifica todo mientras la frustración local se limita a golpear zapatillas contra fotos en una mala imitación de rituales ancestrales. Cuando las oficinas, las tiendas de cerámicas y mobiliario y los consulados casi secretos cierran, la noche se expande entre risas pagadas y alcoholes cárdenos. Es un submundo que ha dormido bajo el sol para satisfacer las ansias hedonistas de los que pagan las facturas y dan las órdenes. Olores femeninos expresados en tagalo, en indonesio, en un dialecto que no es mandarín, aunque nuestra ignorancia así lo crea. Y en casi cualquier idioma que estemos dispuestos a retribuir. Las transacciones del día y las de la noche… tan diferentes y similares a la vez. Un breve escalofrío que se pierde en una sonrisa etílica. Ella necesita el dinero para enviárselo a la familia. Por supuesto que es una buena chica. Todos sabemos quiénes somos la parte maligna aquí. Tanto en el día como en la noche. Tan diferente y tan similar. Amanecerá entre cristales rotos y líquidos indeterminados flotando hacia el olvido de las alcantarillas, y los ancianos que limpian los rastros de mala conciencia de los pudientes noctívagos permitirán la reproducción del ciclo.
Tuesday, June 6, 2023
La ceguera neoliberal
Mirar a la superficie y no ver, o no querer ver, nada más allá. La ceguera neoliberal. Acelerar los movimientos para que no haya tiempo para la reflexión. Multiplicar las imágenes para que el peso de los números aplaste al corazón. Odiar la profundidad y adorar la productividad. No existe la palabra “consecuencia”; sólo la expresión “expediente cerrado”. No se mira a los ojos, no se mira a la cara, sólo se mira al documento, a la pantalla. Simplificar es una virtud, ahondar un vicio obsoleto. Mantener el ruido cuando la autoridad hable y promover el silencio como signo de buena educación entre los acusados. Calcular, no reflexionar. Especular en todo caso, siquiera brevemente. Entropía para pisotear a la empatía. Mirar a la superficie y no ver nada más allá. La ceguera neoliberal.
Sunday, May 28, 2023
Bosquejos de una sociedad VI
He venido a darle de vuelta a mi familia todos los sacrificios que han hecho por mí. No me iré sin haber cumplido eso antes. No me iré sin haber pagado las deudas contraídas para estar aquí. No me iré sin haber visto de cerca ese mundo del lujo del que todos hablan en esta ciudad. No me iré porque no sé si tendré una oportunidad de volver otra vez. Y todo lo que hoy aguanto tendrá su recompensa. Los desprecios, los gritos, los reproches…eso me traspasa, como si fuera invisible. Me río de sus manjares, de sus costumbres, de sus conflictos. Me río de ellos. Ahora tienen dinero, pero no hace tanto eran menos que nosotros. Se les ve todavía. No han aprendido a ocultarlo. Demasiados siglos de miseria compartida para olvidarlo. No saben apreciar lo hermoso de este lugar, prefieren comérselo, consumirlo y buscar un nuevo entretenimiento. Las cosas simples son mucho más importantes. Empezando por cómo tratas a los demás. Y yo sé que todo lo que aguanto tendrá su recompensa. Y que, además, necesitan el dinero, de vuelta, en casa. Tanta gente depende de mí ahora. No importa, aprenderé a ser invisible, y si me tratan mal les regalaré mi indiferencia. Los que realmente merecen mi corazón están lejos de aquí. Y me ha costado tanto llegar, en todos los sentidos… Aquí tengo mi círculo de amigas, ¿no? Los domingos son días felices, todas juntas, y ver a la familia sin tener que esconderse, si es que la conexión funciona…El resto de la semana no importa. Me da miedo el señor. No me gusta su forma de mirarme. ¿Y si…? Mejor esconderse, ser invisible, me dan miedo muchas cosas aquí. Un paso en falso y todo lo que se ha volcado para que yo esté aquí, perdido para siempre. No puedo. No podemos permitírnoslo. Tantos sacrificios…para esto. No importa. Céntrate en las cosas simples de la vida. En las cosas hermosas. Eso importa más. Déjales su lujo y sus miserias para ellos. Son iguales, de vuelta en mi país, ¿verdad? Se han apoderado del comercio, del flujo del dinero, y no van a soltarlo, no, no te preocupes. Pero yo tengo un secreto cuando miro las cosas que ellos no tienen, ¿verdad? O quizá… qué cosas dices. No somos tan diferentes…¿o sí? Al fin y al cabo tú no eres más que una pobre fregona, cambiapañales, menos que Cenicienta, porque Cenicienta no se parece a ti, tan oscura, poca cosa, ¿verdad? Pero ellos, también, ¿quiénes se creen que son? ¿Y esas Cenicientas rubias y altas, quiénes se creen que son? Sí, yo tengo un secreto, muy dentro, y no voy a dárselo a ninguno de estos, no, a ninguno…¿qué sería de vosotros sin mí?
Friday, May 26, 2023
Geografías locales 1
Los Nuevos Territorios:
Sucesiones monótonas de colinas, rocas, andamiajes, marrón y verde… De cuando en cuando, un pequeño poblado o una antigua casa abandonada con esos arcos y terrazas inequívocamente asiáticos. Y colinas, rocas, verde y marrón entre quilómetros y quilómetros de carreteras y líneas férreas. Expresiones aparentemente anárquicas de logística, a veces olvidada, otras todavía en lucha con la herrumbre y la humedad. Y esos casones con arcos de entrada, tumbas y altares vislumbrados entre ramajes espesos y maleza omnipresente…rojo y blanco, paredes amarillas, imposible no sentir esas presencias pretéritas que vagan entre las sombras y el abandono buscando llevarnos a los vivos a su reino de olvido. Y la ocasional, pobre tierra de cultivo, aquí tan despreciada por su escaso valor especulativo, una miniatura de actividades ancestrales hoy desplazadas. Un poco más cerca de la ciudad, las chabolas, chapa y tablones mal alineados para cubrir el rostro de los que no pueden pagar por su dignidad: ancianos olvidados en la ruina de las décadas, inmigrantes, seres misteriosos y siniestros que parecen huir de la aglomeración urbana para esconder un estigma o un secreto devastador por el que nunca debemos preguntar. Es una tierra con una ley diferente. Territorio de triadas, de familias con sus propios códigos y dialectos. Un mundo poroso, en retroceso, brutal en su simplicidad, hosco y peligroso. Colinas, rocas, metal, marrón y verde…aquí yacen los fantasmas de los que fueron despreciados por la banalidad refulgente de la ciudad.
Sunday, May 21, 2023
Distopía moral
¿Deberíamos empezar a considerar la validez del término "distopía moral", en el que la mayoría de la gente en una determinada sociedad hace vidas aparentemente normales y anodinas, pero moralmente se comportan como sádicos y salvajes con los que le rodean, obteniendo además placer y crédito social por ello?
Wednesday, May 3, 2023
Indictment
Hong Kong, ciudad de fanáticos. Los que no lo son en un sentido religioso, lo son en uno político. Y los que son demasiado cínicos para guiarse por sistemas morales de una u otra índole, defenderán con celo fanático su derecho a consumir y consumirse hasta el endeudamiento a través de las prácticas hedonistas más absurdamente infantiles e irrelevantes. Estos fanáticos compulsivos buscarán, como rasgo común a todos ellos, la destrucción sádica, cruenta y ejemplarizante, y la condena resoluta al ostracismo, de quien denuncie públicamente la existencia de dichos rasgos negativos. Todo Monstruo odia a quien le ofrece un espejo para que se observe…
Sunday, April 30, 2023
Bosquejos de una sociedad V
Más rápido. Acelera. El poder del motor es tu poder. Todo tuyo. Todo para mí. Demasiadas curvas. Mi vida debería ser una vida recta. Yo me merezco más líneas rectas. Largas y blanquitas, para esnifármelas todas con un billete de quinientos dólares, o de mil. Con yuanes no, qué asco, están demasiado sucios…ja, ja. Pero les hablo con su acento, y me dicen que parezco oriundo de su ciudad, allí arriba. No gracias. Y a los fantasmas paliditos, otro tanto, ¿dónde has adquirido ese acento tan excelente? Oh, mi primo estudió en ese instituto. Realmente venerable. Gilipollas. Me bebí vuestro brandy y me follé a vuestras mujeres. Les encantaba. Tan exótico, ¿verdad? Pero nada femenino. Muy macho. Acelera. Viene una recta ahora. Siéntelo. Deberían eliminar los semáforos en este distrito. El que no tenga coche, que se joda. A meterse en un autobús apestoso con decenas de perdedores. Y no te me cruces delante, por tu propio bien. Oh, sí, los años allí, en el Oeste. Gran aprendizaje. Mucha cultura, mucha tradición y buenas maneras. Mucha piedra y mucho muerto. Todo muerto. Ahora el dinero está aquí. Así que toca espabilar. Y a espabilado no me van a ganar. Lo llevamos en la sangre, ¿verdad, papá? Tú también fuiste muy espabilado. Cabronazo. Y nosotros teníamos que honrar el nombre y mantener el estatus. Con un pie aquí y otro allí. Esperando para ver dónde caía el dinero. Y sonreírles a todos. Al infierno con todos. Acelera. Estos nuevos ricos del norte tienen el dinero ahora, pero, sin sofisticación, ¿para qué lo quieres? Me necesitan a mí, para escribir sus documentos, extender sus permisos y peticiones en otro idioma, administrar lo que ellos no saben. Porque yo lo llevo en la sangre. Lo merezco. Ese dinero. Debería ser mío por derecho. Y esos modales. Guárdatelos para tu casa, animal. Aquí no funciona así. Pero no te preocupes, que yo me encargaré de todo. Y suelta el dinero. Son códigos. Todo son códigos. Y hay que saber leerlos todos. Yo sé. Vosotros no. Ellos tampoco. Pobres imbéciles. Esa escritura del demonio, ¿eh? Nunca le disteis importancia, y ahora está por todos lados, qué cabronada, ¿eh? Al final la tendréis incluso en el té de la tarde. Qué putada, ¿verdad? Frena, que se acaba la recta, frena ya. Nunca nos disteis importancia y ahora me buscáis, me necesitáis. Mejor conmigo que con ellos directamente. No lo aguantaríais, ¿a qué no? Sois demasiado delicados. O quizá unos cabrones arrogantes todavía. Pero ahora yo soy más arrogante. Me gradué en vuestra escuela. Salí con el título de abogado con honores bajo el brazo. Prometedor. Claro, todos los contactos. Ahora todo se mueve allí. Ya tienes la pátina de las piedras, ya puedes volver a hacer dinero. Pero ya no para vosotros, puercos rosas. Para mí. Gracias por la lección y la instrucción, ya pueden irse a su casa, a su mierda de lluvia y frío. A veces lo echas de menos, aquello, ¿no? Me descojono. Lo tengo todo aquí, mucho mejor. Ya sabes a quién echas de menos, ¿a que sí? Y estar lejos de mamá y papá, ah, esa libertad. Fueron años dulces, una buena juventud. Y ahora el mundo me pertenece. A mí. A vosotros ya no. Yo puedo leer vuestros códigos. Vosotros ignoráis los míos. Demasiado complicado para vuestro cerebro sencillo de bruto medieval y alcoholizado, ¿verdad? Bienvenidos a la nueva era. Mi era. Todo mío. Acelera, venga, más rápido. Repasa. Hoy vas a llamar…¿a quién? ¿Quién será la afortunada? Qué cabrón eres. Pero da igual, puedes ser lo que quieras. Mientras dure la fiesta y se escuche el cling, cling de los dólares al caer. Y si hay que mudarse siguiendo el olor del dinero, lo harás. Lo hemos hecho siempre. Es nuestra especialidad aquí. Expertos en mirar en la dirección donde se va a cocinar el banquete, y llegar antes que nadie con el cuenco y la cuchara. De oro, claro, todo de oro. Acelera. Nos lo merecemos. Me lo merezco. Y es mi obligación, ¿verdad, papá? No sería un buen hijo de otro modo. Así que seré un cabronazo como tú. Porque mira que lo que le hiciste a…joder, puta vieja madre, quítate del medio, vieja harapienta y estúpida, me has hecho frenar, menudo bajón. Así caigas muerta al llegar al otro lado de la carretera. Basura. Demasiada basura en esta ciudad. Qué molestos. Venga, concéntrate otra vez, acelera. Pon la música más alta. Fuerte. Que todos noten que pasas. Un nuevo emperador. Jódete y hazme una reverencia. Eso es. El mundo en mi puño: un asqueroso cartón de fideos instantáneos humeantes que me voy a comer con palillos de oro. Y voy a cagarlos en una taza de oro. Esta ciudad es la ostia. Yo soy la ostia, ¿o no? Ja, ja. Mi vida es una línea recta. Acelera.
Travestis colectivos o de nuevas construcciones sociales
Odiar por designio ideológico, amar lo superficial, ver sólo lo conveniente, decir siempre menos de lo que se piensa, participar en los linchamientos, negar lo evidente, sonreír y hacer una leve inclinación frente al abuso, llenar la tripa y vaciar el cerebro, memorizar dogmas con los ojos cerrados y venerar lo irracional, permanecer optimista por imposición judicial. Estos son los rasgos que definen al travesti social que constituye esta…
Sunday, April 23, 2023
Bosquejos de una sociedad IV
Vaya, por fin ha llegado el fin de semana. Ya no les aguantaba más. Harta. Siempre lo mismo a estas alturas del curso. Un poco de descanso. Y sin embargo…qué vacíos parecen los días fuera de este edificio a veces. Me da miedo pensar que no pueda volver, que me digan que no valgo o que me retiran la licencia. Qué tontería, ¿por qué habría de pasarme a mí? Nadie sabe… no, seguro que no. Pero tengo que preparar cosas, ¿no? O me dirán que soy una vaga y una privilegiada y escogí este trabajo porque no me gusta pasar demasiadas horas metida dentro de una oficina. Pero si aquí estoy no sé cuántas horas cada día. ¿Qué más quieren? Siempre atiendo a los chicos, les escucho, me intereso por su vida…hay que ser un modelo para ellos. Si ellos trabajan, yo más, ofreciendo una guía de conducta. Bueno, no todo es trabajo en la oficina, nos lo pasamos bien hablando de nuestras cosas, ¿no? Excepto cuando estaba de directora ese mal bicho de la señora Wang, con sus juegos de poder y sus amenazas…buff, no quiero ni recordarlo. Qué injusto fue lo que le hicieron a…bueno, mejor pasar página, a mí no me tocó, tuve suerte. Mejor no decir lo que piensas en el trabajo, nunca sabes dónde van a caer tus comentarios. Allá cada cual con lo suyo. Trabajar, trabajar. Te metes en la sala de profesores y te pones delante del ordenador. Ahí hasta la noche. Como todos. ¿Quién se habrá pensado que es ese niñato arrogante al que contrataron este curso para irse tan temprano todos los días? Aquí trabajamos todos. Hasta la noche todos. Tanto por corregir... Que no se diga. Si los padres quieren deberes para sus hijos, van a tenerlos, vaya que sí. Por mí que no quede. Podría ser de otra manera…pero no, siempre ha sido así, ¿por qué debería cambiar? Es nuestro carácter. Trabajo, trabajo. Diligencia. Eso es. Virtudes académicas y virtudes personales. Ya pueden espabilar estos pobre diablos y aprender, porque tienen un futuro muy negro por delante, con todo lo que está llegando últimamente a esta ciudad… Y luego esos niños ricos de las escuelas internacionales, tan bien preparados, tan cosmopolitas, con ese inglés tan bueno. Hay que apretar los dientes, porque es una competición muy dura. Y seguir intentándolo, más fuerte, más duro. Mira, a mí no me fue tan mal. Llegué a la universidad, y saqué mi título y mi licencia y ahora estoy aquí. ¿Cuánto tiempo quiero estar aquí? ¿Debería irme a otro instituto con más prestigio? O a uno de esos privados donde todo son apariencias y exquisiteces, y seguro que se trabaja mucho menos…pero qué tontería, ¿por qué me iban a contratar a mí? Para que luego viniera el padre de uno de esos niñatos ricos malcriados a quejarse porque su hija no había sacado buenas notas y a exigir que me echaran. No, mejor no, mejor con los cernícalos de aquí, que son más bastos pero tienen mucha menos malicia. Pobrecitos. Y son tan agradecidos…qué bonito cuando te vienen a ver unos años después de graduarse. Pero, claro, a mí me hace sentirme un poco vieja, ¿no? Ya verás cuando venga alguno de tus ex estudiantes con su hijo, eso sí que será ya para morirse. No, no, me queda mucho para eso, bueno, no tanto… Anda, deja de perder el tiempo con cavilaciones inútiles y ponte a corregir. Diligencia. Trabajar. Somos el ejemplo para ellos. A veces más que sus familias, porque nos ven con más frecuencia. Es la vida de los que no nacimos ricos. No es justo, pero así es como funcionamos, todos juntos. Debería tomarme un año sabático e irme a vivir a otro país, un lugar más relajado, vivir alguna aventura…huy, igual no querría volver, ja, ja. Venga, vamos a corregir, o a preparar unos ejercicios para los deberes de mañana, hay que insistir, la persistencia es una virtud. Una virtud de pobres, me temo. Como yo, pobre de mí, un día tras otro aquí, un mes tras otro, un año y otro año…Hala, a trabajar, se acabó el perder el tiempo.
Sunday, April 9, 2023
Sih-lai
Vamos, rápido, más rápido, no tengo un sueldo todos los meses, ya lo sé, pero voy a demostrar que valgo más que cualquier empleada lánguida perdida en un cubículo anónimo. Hoy voy a llevar al niño a su clase de inglés, y después a la de matemáticas, y entre medias buscaré ese regalo para la reunión caritativa de la asociación de padres. Será algo memorable. Porque puedo hacerlo todo aunque no tenga una nómina todos los meses y sólo trabaje cuando los proyectos de la empresa de mi tía segunda y las actividades extraescolares del niño me lo permitan. Vamos, rápido, más rápido. Tengo que comprar esas verduras en el mercado dos calles más abajo, y luego la carne de ternera japonesa congelada, sí, es diez dólares más barata en esa tienda de este barrio. También puedo hacerlo mientras el niño tiene sus clases, ¿o no? Vamos, no seas perezosa, aunque seas una mera sih-lai, un ama de casa, nadie va a decir que pierdes el tiempo en tonterías y cotilleos. Podría trabajar mañana mismo. Pero realmente no lo necesitamos, ¿verdad? Podría despedir a la empleada doméstica y hacerme cargo de la casa yo misma si quisiera, ¿verdad? Pero podemos permitírnoslo, ¿sí? Claro, ahora voy a centrarme en el niño. Y en sus clases particulares. Y los profesores de la escuela, tengo que volver a hablar con ellos. Haz una nota mental de llamar a su tutora esta tarde. Sólo para comprobar que todo marcha bien. Que sigue estando entre los mejores de su grupo. Porque no aceptaré menos que eso. Si no es el primero de su clase, que esté entre los cinco primeros al menos. Y si no llega, que le den más deberes y le presten más atención en la escuela. Para eso le mandamos a este lugar tan prestigioso. O eso nos dijeron ellos…prestigio…vete a saber. Quizá sólo arrogancia. Da igual; siempre entre los cinco primeros. No aceptes menos. Vamos, rápido, tú también vas a estar entre las cinco primeras del grupo de madres. Nadie va a más reuniones que tú, ni contribuye más a las actividades. Y no te olvides organizar el miércoles la tutoría de mandarín. Creo que los profesores particulares necesitan un poco más de presión, el niño no ha mejorado sus notas últimamente. Sí, dales un poco de presión, diles que te han recomendado otros centros, que tienen que imponer más disciplina en su clase. Porque hay que estar arriba, entre los cinco primeros, o mejor entre los tres primeros, ¿no? No se puede renunciar tan pronto. No, no, eso lo tiene que aprender pronto en la vida. Todos lo hemos aprendido. Y a mí no me ha ido tan mal, ¿no? ¿O sí? ¿Realmente le sigo queriendo? Porque apenas nos vemos y está siempre cansado y estresado con sus cosas de la oficina. Pero, claro, todos hacemos nuestro sacrificio. Por el niño, lo hacemos para que tenga un buen futuro. ¿Y qué es un buen futuro? Qué cosas más tontas dices, todo el mundo lo sabe. Vamos, rápido. No debería hacer yo la compra, pero es que esa chica filipina es tan inútil. Escoge verduras pasadas, y luego le cobran de más, o nos engaña con los precios, vete a saber. Debería despedirla y buscar otra empleada más eficiente, pero, me da miedo, qué sé yo. Igual mejor así como estamos. Qué fastidio. Pero estamos bien, al cabo. Y papá y mamá están contentos. Ya tienen un nieto, un varón, como querían. Y les sigo dando dinero aunque no trabaje, ¿verdad? El idiota de mi marido debería encargarse de esto. Menos mal que todavía vale para ganar dinero, porque para lo demás… Igual debería buscarme… ja, ja, qué bobadas. Pero sí, estaría bien un poco de variedad, algo totalmente diferente…Pero la prioridad es el niño. Hoy tengo que revisar que complete todos sus deberes. Y después que se ponga a repasar. No creo que se esfuerce lo suficiente. Quizá necesite más clases particulares. El muy inútil. Quizá le tengo demasiado mimado. Vamos, más rápido, venga, que nadie diga que eres una sih-lai perezosa y maledicente, perdiendo el tiempo entre comidas y tés de tarde con las amigas…
Friday, April 7, 2023
Edificios
Mirar arriba y no ver el cielo. Esos edificios inmensos, inabarcables en su altura para el ojo humano, y sin embargo tan estilizados en su grosor, como si los hubiera comprimido un brazo monstruoso y así transformado de caja en cajetilla, fichas de un dominó esperando eterno el dedo que empuje una pieza…
Saturday, April 1, 2023
Perdidos
Esos signos relucientes, intrincados, gigantescos. Penden sobre nuestras cabezas amenazadores y lúdicos a la vez. Te deslumbran, y te impiden mirar hacia delante al caminar. Todo el mundo camina en las calles comerciales mirando a los lados, a los escaparates, las ofertas, las cadenas interminables de objetos de consumo efímero que se te ofrecen en un escenario como de dibujo animado. Y, sin embargo, la tristeza está ahí, escondida, maquillada por el reflejo del neón, una sensación de vaciedad entre la maraña de cosas inútiles. A todos nos falta algo en este lugar, todos caminamos tarde o temprano con ese hueco doloroso que nos acecha: la impermanencia, o el egoísmo, o la intrascendencia.
Wednesday, March 22, 2023
Imposibilidades sociales
Un lugar tan rebosante de ansiedad, narcisismo, egoísmo e hipocresía, jamás, jamás podrá ser una sociedad armoniosa.
Wednesday, January 25, 2023
Los Beautiful Losers se hacen mayores…
La mía fue una generación a la que le vendieron la mentira de que, si no quieres aspirar a ser un ejecutivo agresivo de Guardo Street, siempre puedes ser un “beautiful loser”, que eso está también muy bien…Sin embargo, lo que nadie nos contó es que los “beautiful losers” pierden el “beautiful” cuando se hacen mayores, y se mueren antes, desasistidos, muchas veces solos, recibiendo el desprecio y la aporofobia de los posthumanistas Nuevos Tiempos. Y eso, de “beautiful” no tiene nada, pero nada en absoluto…
Tuesday, January 3, 2023
Efficiency??
Efficiency? Slave work in ancient Egypt, imperial Rome or the Western colonies was also claimed to be efficient. And whenever it was not, all the blame was put on the slaves, not on the managers or the nature of labour relations. So, efficiency…for what??
Monday, January 2, 2023
Imperativos categóricos
Cuando te empeñas en conocer las entrañas negras de una sociedad esperando encontrar oro, el resultado, por fuerza, ha de ser decepcionante y desalentador. Pese a esto, la fe en el ser humano es un imperativo categórico, algo que no debería perderse y desecharse nunca…