Más rápido. Acelera. El poder del motor es tu poder. Todo tuyo. Todo para mí. Demasiadas curvas. Mi vida debería ser una vida recta. Yo me merezco más líneas rectas. Largas y blanquitas, para esnifármelas todas con un billete de quinientos dólares, o de mil. Con yuanes no, qué asco, están demasiado sucios…ja, ja. Pero les hablo con su acento, y me dicen que parezco oriundo de su ciudad, allí arriba. No gracias. Y a los fantasmas paliditos, otro tanto, ¿dónde has adquirido ese acento tan excelente? Oh, mi primo estudió en ese instituto. Realmente venerable. Gilipollas. Me bebí vuestro brandy y me follé a vuestras mujeres. Les encantaba. Tan exótico, ¿verdad? Pero nada femenino. Muy macho. Acelera. Viene una recta ahora. Siéntelo. Deberían eliminar los semáforos en este distrito. El que no tenga coche, que se joda. A meterse en un autobús apestoso con decenas de perdedores. Y no te me cruces delante, por tu propio bien. Oh, sí, los años allí, en el Oeste. Gran aprendizaje. Mucha cultura, mucha tradición y buenas maneras. Mucha piedra y mucho muerto. Todo muerto. Ahora el dinero está aquí. Así que toca espabilar. Y a espabilado no me van a ganar. Lo llevamos en la sangre, ¿verdad, papá? Tú también fuiste muy espabilado. Cabronazo. Y nosotros teníamos que honrar el nombre y mantener el estatus. Con un pie aquí y otro allí. Esperando para ver dónde caía el dinero. Y sonreírles a todos. Al infierno con todos. Acelera. Estos nuevos ricos del norte tienen el dinero ahora, pero, sin sofisticación, ¿para qué lo quieres? Me necesitan a mí, para escribir sus documentos, extender sus permisos y peticiones en otro idioma, administrar lo que ellos no saben. Porque yo lo llevo en la sangre. Lo merezco. Ese dinero. Debería ser mío por derecho. Y esos modales. Guárdatelos para tu casa, animal. Aquí no funciona así. Pero no te preocupes, que yo me encargaré de todo. Y suelta el dinero. Son códigos. Todo son códigos. Y hay que saber leerlos todos. Yo sé. Vosotros no. Ellos tampoco. Pobres imbéciles. Esa escritura del demonio, ¿eh? Nunca le disteis importancia, y ahora está por todos lados, qué cabronada, ¿eh? Al final la tendréis incluso en el té de la tarde. Qué putada, ¿verdad? Frena, que se acaba la recta, frena ya. Nunca nos disteis importancia y ahora me buscáis, me necesitáis. Mejor conmigo que con ellos directamente. No lo aguantaríais, ¿a qué no? Sois demasiado delicados. O quizá unos cabrones arrogantes todavía. Pero ahora yo soy más arrogante. Me gradué en vuestra escuela. Salí con el título de abogado con honores bajo el brazo. Prometedor. Claro, todos los contactos. Ahora todo se mueve allí. Ya tienes la pátina de las piedras, ya puedes volver a hacer dinero. Pero ya no para vosotros, puercos rosas. Para mí. Gracias por la lección y la instrucción, ya pueden irse a su casa, a su mierda de lluvia y frío. A veces lo echas de menos, aquello, ¿no? Me descojono. Lo tengo todo aquí, mucho mejor. Ya sabes a quién echas de menos, ¿a que sí? Y estar lejos de mamá y papá, ah, esa libertad. Fueron años dulces, una buena juventud. Y ahora el mundo me pertenece. A mí. A vosotros ya no. Yo puedo leer vuestros códigos. Vosotros ignoráis los míos. Demasiado complicado para vuestro cerebro sencillo de bruto medieval y alcoholizado, ¿verdad? Bienvenidos a la nueva era. Mi era. Todo mío. Acelera, venga, más rápido. Repasa. Hoy vas a llamar…¿a quién? ¿Quién será la afortunada? Qué cabrón eres. Pero da igual, puedes ser lo que quieras. Mientras dure la fiesta y se escuche el cling, cling de los dólares al caer. Y si hay que mudarse siguiendo el olor del dinero, lo harás. Lo hemos hecho siempre. Es nuestra especialidad aquí. Expertos en mirar en la dirección donde se va a cocinar el banquete, y llegar antes que nadie con el cuenco y la cuchara. De oro, claro, todo de oro. Acelera. Nos lo merecemos. Me lo merezco. Y es mi obligación, ¿verdad, papá? No sería un buen hijo de otro modo. Así que seré un cabronazo como tú. Porque mira que lo que le hiciste a…joder, puta vieja madre, quítate del medio, vieja harapienta y estúpida, me has hecho frenar, menudo bajón. Así caigas muerta al llegar al otro lado de la carretera. Basura. Demasiada basura en esta ciudad. Qué molestos. Venga, concéntrate otra vez, acelera. Pon la música más alta. Fuerte. Que todos noten que pasas. Un nuevo emperador. Jódete y hazme una reverencia. Eso es. El mundo en mi puño: un asqueroso cartón de fideos instantáneos humeantes que me voy a comer con palillos de oro. Y voy a cagarlos en una taza de oro. Esta ciudad es la ostia. Yo soy la ostia, ¿o no? Ja, ja. Mi vida es una línea recta. Acelera.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment