Tuesday, March 26, 2024

El abuelo Marassa

 Un blog curioso que en su momento dediqué a mi inefable abuelo materno, Don Gregorio Marassa:

https://abuelomarassa.blogspot.com/



Sunday, March 24, 2024

Vloggers

 Es un tiempo de profetas (falsos) que suben sus vídeos sin cesar, y prometen a sus seguidores desentrañar los misterios de un mundo que ellos pretenden haber dominado con coraje y determinación. Dicen saberlo todo porque han aprendido la manera de transformar experiencias en productos mercantiles. Desdeñan la profundidad y buscan la anchura, las cifras exageradas…son esclavos de los números. Escriben y reescriben biblias de lo efímero a diario. Acumulan, pese a viajar ligeros. Mueren extenuados, y no tardan en ser reemplazados, olvidados. Quieren ser los héroes de nuestro tiempo, y yo me pregunto si la heroicidad se puede forzar y registrar como si fuera una escena cinematográfica. La falsedad les rodea, y sin embargo, es imposible no sentirse fascinado y encariñado con alguno de ellos. Son un paseante anónimo, como nosotros, a la vez obscenos y descarados en su exposición, desesperados y extremos en su miedo al anonimato, egos hinchados que cuentan y cuentan sus pasos al éxito o a la obsolescencia. Su vida es nuestra negatividad: lo que no podemos, queremos, sabemos…y sin embargo está ahí, obstinado. Su vida es nuestra ignorancia: siempre han de tener algo que enseñarnos, una lección disponible. Es un tiempo de profetas falsos que suben sus vídeos sin cesar, y yo pienso que el mundo ha de discurrir secreto, silencioso, por otro sendero que nos oculta esta multitud y su verborrea incesante.


Tuesday, March 19, 2024

La Ciudad de la Violencia (VII)

 Un día, los legisladores tuvieron una genial idea: “Vamos a hacer a todo el mundo culpable de todo lo imaginable, salvo que sean capaces de demostrar lo contrario.” El regocijo en la sala legislativa fue casi festivo, pantagruélico. “Si te acusamos de matar a tu madre, tendrás que demostrar más allá de toda duda que tu madre está viva, o serás culpable de matricidio.” La excitación entre los fúnebres togados no paraba de aumentar. “Si te acusamos de tener pensamientos lascivos y pervertidos, tendrás que demostrar más allá de toda duda que tu mente está limpia “. Aplausos ciceronianos resonaron por salas y pasillos marmóreos. “Si te acusamos de traicionar a tu patria, en acción u omisión, en hecho o en intención…ay, si te acusamos de traidor, pobre de ti”. Las carcajadas y los gimoteos hacían temblar burlonamente las papadas de los juristas. Alguno, demasiado enjuto para ostentar grasas colgando del mentón, balanceaba su figura cadavérica como muestra de pláceme con los acontecimientos. Desde los sótanos, el verdugo se relamía de placer por todo el trabajo extra que pronto le llegaría. Y así, el Libro de las Leyes se seguía escribiendo con sangre y agua con sabor a lágrimas, en el tono pomposo y grandilocuente de los que ya ni recuerdan lo que es el sufrimiento.

Friday, March 15, 2024

La Ciudad de la Violencia (VI)

Procedimientos. El resultado no importa. Las consecuencias no importan. Lo fundamental es atenerse a los procedimientos, seguir un orden, no saltarse ningún paso.  Hay una razón poderosa tras el código vigente, aunque nadie alcance a comprenderla. Las jerarquías inferiores no pueden. Las medias no necesitan comprender. Y las superiores…esas disponen para que el cuerpo apropiado ejecute. Ejecutar; hermosa palabra. Fulgor cortante y resoluto. No dudar. Procedimientos. Los gemidos, el vómito, la sangre, los huesos rotos y los apéndices desmembrados, eso no puede detener un proceso. Sería un signo de debilidad. Un error. Algo humano. Justo lo que nosotros aborrecemos. Leer el código en voz alta una y otra vez, para que las súplicas del sujeto no nublen nuestra mente. Impedir las réplicas y cuestionamientos para no ralentizar el avance. Presentar, ejecutar, cerrar. Hermoso ballet procedimental. Que el movimiento fluya, no importa hacia donde. Ser eficientes. Ser asépticos. Esto es superior a la justicia. Esto es una moral en sí misma. Los muertos y mutilados, las imprecaciones y los llantos, ¿qué nos han de importar si hemos servido con eficacia? Los números son nuestro deber, no las personas. Procedimientos. Homogeneizar; destruir; limpiar. El progreso es un código infalible puesto que no cejaremos hasta que no quede nadie que lo cuestione.

Sunday, March 10, 2024

Neón

Neón. En el cielo. Pendiendo amenazantes. Siempre hay alguna historia de un cartel que cayó accidentalmente y causó graves daños o mató a alguien. Rojo. Amarillo. Intermitente. Intenso. Hace unas semanas escuché una entrevista a una chica que estaba aprendiendo el arte de dibujar en neón. Hablaba de técnicas peligrosas, en las que la inestabilidad del mercurio podía producir explosiones súbitas. Gente mutilada. Como tantas otras cosas en esta ciudad, fascinante a la vista, terrible en sus entrañas. Esos signos tan abstrusos para el bárbaro occidental. Lo comercial se difumina para el analfabeto, y una extraña, hipnótica, estética de modernidad chillona le embarga. Todos pueden comulgar en el ritual del consumismo. Todos deben hacerlo. Esas carreteras en avenidas jalonadas de torres gigantescas, desfiles de luces y colores que nos hacen sonreír ante la sublimación de lo trivial. Y, sin embargo, siempre hay una sombra de tristeza en el neón. Un fondo negro necesario. Una inescrutabilidad mareante. Una burla frívola ante los daños de la vida. ¿A quién le importarán tus miserias mientras refuljan las luces de neón en los carteles? Come, sigue la letra y canta, baja la cabeza y no protestes. Da gracias de que se te permite vivir aquí. Hay lugares horribles al otro lado, en los que al alzar la vista sólo se ve el cielo. Mejor no intentes imaginarlo. Mejor métete en el centro comercial. Ciudad de neón. Espectáculo. Y como tal, falso. Ensoñación. Creo que van a aumentar la frecuencia de los fuegos artificiales. Más intensidad. Más luz. Aunque muera prematura en el vacío. Alguien me dice que los neones están desapareciendo. Que ya nadie les presta atención. Que los están sustituyendo por pantallas electrónicas con vídeos, canales promocionales, capturas instantáneas. Que hay cámaras en la ciudad leyendo los rostros de los paseantes, registrando el anonimato, supervisándolo, juzgándolo. El neón ya no nos sirve. No es suficientemente virtual. No es inmersivo. Las distopías evolucionan. Pero algunos idiotas indolentes todavía disfrutamos observando la belleza triste y dionisíaca de los carteles de neón en la gran ciudad. Nuestro espíritu infantil parpadea dentro de ellos. No se lo lleven, por favor. Déjenlo ahí, arriba, oscilando amenazante, hermoso. Moderno. Nostálgico.

Tuesday, March 5, 2024

Axiomas - 2024

La cultura es un juego de espejos y sugestiones que nos imponen desde pequeños. La tradición es una piedra de Sísifo que nos impide huir de pasados ajenos. La literatura es una mentira, salvo cuando se centra en detalles minúsculos, bordados ínfimos, que unidos por millones configuran nuestras vidas. La política es un escorpión que juega a proteger a sus víctimas, ignorante de cuánto tiempo podrá contenerse. La religión es un humo ascendente e intoxicante. La vida, sólo la vida. Eso es lo que importa. Protegerla. Defenderla. Amarla. Huir de los impulsos de muerte. Ese ha de ser el fin último y único de la razón. Nada más.

Sunday, February 25, 2024

Bosquejos de una sociedad XIII

Hay tanto dolor que mitigar. Hay tantas heridas evitables que enseñar a restañar. No es un trabajo, es una vocación. Me han dicho que recuerde hacerles firmar el formulario al final de cada entrevista, y registrar el día, la hora y el lugar. De ninguna manera te olvides, ¿eh? Pero lo importante es lo que hayamos hablado antes, ¿verdad? A ver, recuerda bien los nombres. Y las caras. Y las relaciones. ¿Quién se quejaba de quién? Sobre todo, transmite positividad. Si están aquí es porque la negatividad les ha engullido, ¿no es así? Una persona positiva puede sobreponerse a lo que sea. La actitud es lo más importante, ¿o no? A ver, sonríe. Y haz un esfuerzo por escuchar, por recordar, por registrar. Empatía. Estas personas necesitan empatía. No han recibido suficiente amor. Por eso se hacen daño los unos a los otros. Tampoco han tenido una buena educación. Es realmente lastimoso. No son tan afortunados como nosotros. Pero ahora yo tengo que encauzarles, empujarles a una solución, a buscar la paz. Cerrar el caso. Pero, pienso yo, no se puedo cerrar un caso si no se está completamente segura de que las cosas van a ir a mejor para ellos, ¿o sí se puede? ¿Me regañarán si prolongo los casos más de lo recomendado? Me gustaría ascender de categoría, no ser siempre una asistente. Yo también tengo ambiciones laborales. No sólo es pensar en los demás. A ver, recuerda los procedimientos, los pasos. Haz una ficha de cada uno y tenlas ordenadas. Esos formularios iniciales que les hacemos rellenar, qué horrible, páginas y páginas que luego, ¿leerá alguien alguna vez? Y a la mayoría no les gusta escribir, o lo que escriben es pura incoherencia. Aunque seguro que para ellos es importante. Pero no quieren ponerlo por escrito. Supongo que mi trabajo es sacárselo, registrarlo, reciclarlo, hacerles ver lo que está mal. Es una gran ayuda, ¿verdad? Pero son tantos casos cada semana… necesito unas vacaciones pronto. Alguna gente me absorbe toda la energía. Vampiros. Hacen un esfuerzo por comportarse. Pero ya sabes que en privado era diferente, y eso hay que corregirlo, evitarlo. Y las mentiras y reproches. Un bosque espeso a desbrozar, rama a rama, avanzando tan despacio… Me siento agotada. Dice la supervisora que eso es lo normal. Que me acostumbre. Y las ganas de llorar sin recordar exactamente por qué, que vienen como una arcada, de súbito, violentamente. Que todos lo sufren en la profesión. Pero que te acostumbras y va desapareciendo. Con los años. Supongo que eso es algo bueno. Un reflejo natural de la mente para protegerse. Supongo.

En casa me dicen que no me obsesione con los casos. Con ayudar. Que lo importante es que tengo un trabajo estable, y hay que saber mantenerlo. Que hubiera sido mejor si me hubiera hecho médica, o abogada, pero que un trabajador social tampoco vive tan mal, se empieza desde abajo, y el sueldo va mejorando. Un funcionario, al fin y al cabo. Trabajo asegurado para el resto de tu vida. En el banco te aprobarán la hipoteca para comprarte tu propia casa seguro. Y podrás viajar en vacaciones. Olvidar todo este daño. Todo este sinsentido. El egoísmo. La avaricia. La ignorancia. El miedo. Tristeza. Sobre todo, tristeza. ¿De dónde viene toda esta negatividad, toda esta maldad? No lo entiendo. Hay que tener una referencia, una guía en la vida, algo que te encamine en una buena dirección. Esperanza. Algo por encima de la porquería del día a día. Algo que merezca la pena. ¿Y yo lo tengo? Claro, no seas estúpida. ¿Por qué yo sí y ellos no? ¿Voluntad divina? ¿Destino? En la Facultad te decían que hay algo detrás; algo detrás de las palabras; algo detrás del rechazo; algo detrás de la agresión. Que nuestra labor es identificar ese algo y ayudar a estriparlo. Con eficiencia. Porque los recursos del Gobierno no son infinitos. No para ellos, pobrecitos. Realmente soy afortunada de no estar al otro lado. ¿Estoy segura de que nunca llegaré a estarlo? Uf, qué escalofrío. ¿Por qué habría yo de…? Imposible. Por eso estoy aquí, para ayudar, para ser eficiente, para recuperar, para reintegrar. Todo menos desechar. Todo menos eso. Supongo. Pero, ¿y si algún día me equivoco? ¿Qué les puede pasar a las vidas de estas personas si no tomamos las decisiones correctas, si no intervenimos a tiempo para evitar que las cosas vayan a peor? No, no es posible. Para eso están los procedimientos, el código. Sí, para eso. Y además, están las ONGs, están las iglesias y sus programas. Realmente esta es una sociedad afortunada, ¿verdad? Aunque…no, realmente lo es. Mira el otro lado. Ahí es mucho peor, o eso dicen. Mejor no indagar, no te metas en problemas tan ajenos. Lo tuyo es hacer un informe del problema, recomendar una dirección, hacer que la gente vuelva a ser funcional. Proteger, ¿no es así? Qué extraño, protegerles de ellos mismos. ¿De dónde viene todo este daño que la gente genera? Las agresiones, las mentiras, los suicidios, el desequilibrio... A veces pienso que está por todas partes, extendiéndose como una plaga silenciosa, y que lo que yo haga no podrá evitar su expansión. ¿Por qué? ¿No se acabará nunca? Pero yo tengo una tarea que cumplir, un juramento ante la autoridad, no puedo detenerme a tener tantas dudas. Hay que seguir ayudando, hay que seguir cerrando casos. Pero, ¿por qué vuelvo a sentirme anegada de lágrimas otra vez?