He venido a darle de vuelta a mi familia todos los sacrificios que han hecho por mí. No me iré sin haber cumplido eso antes. No me iré sin haber pagado las deudas contraídas para estar aquí. No me iré sin haber visto de cerca ese mundo del lujo del que todos hablan en esta ciudad. No me iré porque no sé si tendré una oportunidad de volver otra vez. Y todo lo que hoy aguanto tendrá su recompensa. Los desprecios, los gritos, los reproches…eso me traspasa, como si fuera invisible. Me río de sus manjares, de sus costumbres, de sus conflictos. Me río de ellos. Ahora tienen dinero, pero no hace tanto eran menos que nosotros. Se les ve todavía. No han aprendido a ocultarlo. Demasiados siglos de miseria compartida para olvidarlo. No saben apreciar lo hermoso de este lugar, prefieren comérselo, consumirlo y buscar un nuevo entretenimiento. Las cosas simples son mucho más importantes. Empezando por cómo tratas a los demás. Y yo sé que todo lo que aguanto tendrá su recompensa. Y que, además, necesitan el dinero, de vuelta, en casa. Tanta gente depende de mí ahora. No importa, aprenderé a ser invisible, y si me tratan mal les regalaré mi indiferencia. Los que realmente merecen mi corazón están lejos de aquí. Y me ha costado tanto llegar, en todos los sentidos… Aquí tengo mi círculo de amigas, ¿no? Los domingos son días felices, todas juntas, y ver a la familia sin tener que esconderse, si es que la conexión funciona…El resto de la semana no importa. Me da miedo el señor. No me gusta su forma de mirarme. ¿Y si…? Mejor esconderse, ser invisible, me dan miedo muchas cosas aquí. Un paso en falso y todo lo que se ha volcado para que yo esté aquí, perdido para siempre. No puedo. No podemos permitírnoslo. Tantos sacrificios…para esto. No importa. Céntrate en las cosas simples de la vida. En las cosas hermosas. Eso importa más. Déjales su lujo y sus miserias para ellos. Son iguales, de vuelta en mi país, ¿verdad? Se han apoderado del comercio, del flujo del dinero, y no van a soltarlo, no, no te preocupes. Pero yo tengo un secreto cuando miro las cosas que ellos no tienen, ¿verdad? O quizá… qué cosas dices. No somos tan diferentes…¿o sí? Al fin y al cabo tú no eres más que una pobre fregona, cambiapañales, menos que Cenicienta, porque Cenicienta no se parece a ti, tan oscura, poca cosa, ¿verdad? Pero ellos, también, ¿quiénes se creen que son? ¿Y esas Cenicientas rubias y altas, quiénes se creen que son? Sí, yo tengo un secreto, muy dentro, y no voy a dárselo a ninguno de estos, no, a ninguno…¿qué sería de vosotros sin mí?
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