The Peak
La Cumbre. El punto desde el que las torres gigantes se reducen a estiladas columnas, frágiles humos de vanidad, vistas desde aquí. Cuestas infinitas. Curvas y más curvas. Cabinas de hierro propulsadas por kilómetros de cables; hoy mero recreo de visitantes obsesionados con la captura de imágenes. También se puede acudir a una de las zonas de historia respetable en la isla, y desde allí caminar, lenta, trabajosamente, hasta el santuario de las viejas élites, el aire limpio de suciedad proletaria y miasmas orientales. Es saludable subir, avanzar hacia las villas donde la prosperidad y el poder exigen distancia. Cualquiera puede hacerlo; sólo se requiere esfuerzo y voluntad. Es bueno que crean eso. Pobres imbéciles. Por el camino, viejos caserones abandonados, oscuridad absoluta en el interior. ¿Cuántos lujos aberrantes y pecaminosos no habrán albergado esas paredes? Quién sabe la sangre que se habrá derramado sobre esos mármoles refulgentes. No intentéis violentar estas antiguas propiedades. Hay todavía demasiado mal albergado en estas mansiones dilapidadas. Fantasmas poderosos y obscenos os observan desde el interior. En vida sólo conocieron la impunidad y la avaricia. Quién sabe ahora…Colinas de nombres y dicciones inglesas perfectas en el pasado. Hoy caminos de ecos sibilantes y rostros ovales, venganza histórica sobre un intruso al que transformar en efímero. No lograréis borrar nuestra huella, dicen los fantasmas blancos; dejamos demasiado dolor y veneno tras nuestros pasos para ello. Llegamos a la cima, fin del trayecto. Colores chillones y plástico. Consumismo infantil. Marcas globales y asépticas demandando tu dinero, recordándote que has vuelto al punto de inicio aunque estés mucho más alto, que aquí el ascenso es una metáfora de espejismos en los que languidecer, como en casi todas partes. Observa el manto metálico y rocoso de la ciudad extenderse en varias direcciones, desquiciado hormiguero banal en el que desperdiciar una vida. Captura la inmensidad inútil de lo moderno, una vez, otra, todas las que puedas. Muévete ahora, ya llegan nuevos autobuses de turistas. Móntate en uno de ellos, o en el tranvía, para hacer el viaje inverso a la mayor velocidad posible, y vuelve a donde perteneces. El Peak no es más que una foto nublada por la polución para alguien como tú o como yo.
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