Sunday, December 24, 2023

Bosquejos de una sociedad XI

¡Compra, compra, compra! ¡Baratas las zanahorias hoy, a doce dólares por cuatro¡¡Compra, compra, compra! Otro día más desperdiciado aquí, gritando, desempacando, envolviendo, empacando, limpiando. Otro día como todos los demás días del año. Ya quisiera yo tener vacaciones pagadas, y estar lejos de estas luces de focos amarillentos, y ese suelo pegajoso, y las cucarachas apareciendo entre huecos, y las ratas que corren y se esconden en las esquinas más malolientes. Ya quisiera yo estar lejos de todo este cotilleo, de toda esta gente entrometida, ¿cuánto has vendido hoy?, ¿crees que así llegarás a cubrir gastos este mes, has oído los rumores de que van a retirarnos la licencia y echarnos después del Año Nuevo Chino? Mierda para todos esos coños apestosos y sus grandes bocazas. Que se callen y se metan en sus asuntos. Eso si tuvieran una vida de la que ocuparse, claro, en vez de hablar mal de todo el mundo. Pero, ¿cómo voy a irme de vacaciones y seguir pagando el alquiler mensual sin abrir el negocio? Los gerentes de este lugar y su puta vieja madre van a venir a recordarme la suerte que tenemos de tener una licencia de venta en este punto, justo en el mismo edificio de la parada de metro, y eso hay que pagarlo, ¿verdad? Porque si no lo queremos nosotros ya se lo venderán a alguna compañía que sepa aprovecharlo mejor, no sé, vendiendo perfumes o medicinas para los que vienen del otro lado de la frontera con las maletas vacías; si no sacamos bastante para cubrir el alquiler, nos dirán, es culpa nuestra, somo demasiado lerdos para pensar como emprendedores, nos falta espíritu comercial…su puta vieja madre nos falta. Una semana detrás de otra, un mes detrás de otro, años y años, y de repente vienen y te dicen que te suben el alquiler un tercio, porque las expectativas de desarrollo de este lugar han mejorado, y si las expectativas se van al carajo, tranquilo, que nos toca pagar el incremento igual. Toda la perra vida trabajando para los dueños del local. Sacrificios tras sacrificios, dejar a los niños con los abuelos; cuando fueron ya más mayores, traerlos a ayudar, a que aprendan el oficio, que decía mi marido, flojo asqueroso. Pero al menos nosotros nos ganamos la vida de forma decente, no somos una triada, ni engañamos a la gente, ni parasitamos el trabajo ajeno como estos sinvergüenzas sin cara dueños del metro y de los terrenos. Esos sí que se aprovechan. Trabaja duro, te dicen, ¿eh?, ¿y qué trabajo duro hacen esos, a ver? Espera, mira, bonita, sí, tenemos boniatos, y estos tomates, mira qué maravilla. ¿Qué a cuánto? Venga, cómpralos, qué más te da, que el alquiler no nos lo pagan desde el cielo. Toda la vida sacrificándose aquí, y, ¿qué nos va quedando con los años? El beneficio se lo comen otros. Los dueños, los proveedores, los propietarios…los que no trabajan, ¿no es así? Así es esta ciudad, supongo. Unos nacen tocados por el dios de la prosperidad desde pequeños y a otros…¡Compra, compra, compra! ¡Mira estas berzas, perfectas para la cena de hoy! ¡Compra, compra, compra! No pienses en una mala jugarreta del destino, no pienses en subidas de alquiler, no pienses en multas de inspectores de sanidad, no pienses en renovaciones que al final nos acaban haciendo pagar a todos los puestos del mercado, no pienses en ponerte enferma y no poder venir a trabajar, no pienses en no llegar a tener jamás suficiente para jubilarte…no dejes que la ansiedad y la negatividad te coman. Sé positiva. El mañana será mejor. Ja. Sí, seguro, díselo a los administradores de este lugar, de esta localización privilegiada, como dicen ellos. Ojalá a los niños les vaya bien en los estudios y puedan hacerse cargo de nosotros cuando estemos ya hechos demasiado polvo para estar aquí un día detrás de otro. Porque si no… no, no pienses así. Eso es una debilidad. Mirar al cielo y esperar que nos sea propicio. Y seguir trabajando. ¡Compra, compra, compra estas verduras!


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