Wednesday, August 20, 2025

La Ciudad de la Violencia (XXII)

 El hombre en la carretera se confundía por momentos con una gran mancha de líquido negruzco en el medio de la línea divisoria. Su avance era lento, penoso, diríase agónico. Los brazos se colocaban para impulsar el tronco y, como una pequeña araña a punto de desfallecer saltando en su huida, movían el cuerpo un poco más allá en la dirección perseguida. La vista de los observadores se dirigía sin remedio a los muñones de lo que habían sido una vez piernas, y una sonrisa maligna tensaba sus rostros:

-¿Te acuerdas de cuando estaba en la mesa, retorciéndose y gritando como una mujer de parto? ¿Cuántos cubos de sangre sacamos ese día? Fue un trabajo fino, ¿verdad? Nunca creí que se pudiera cortar tan arriba y que el pobre infeliz no se desangrase hasta la muerte. Una sección perfecta. Deberían mandar a los estudiantes de medicina a aprender de nuestras sesiones...

-Cállate, joder, ¿cuánto crees que durará antes de reventar? Lleva ya varios kilómetros recorridos así. Las manos van a desollársele. Eso si no muere de una insolación antes. Deberíamos prohibir a los ciclistas y paseantes que le den ningún líquido.

-¿Y qué más da? Es más divertido así. ¿Tienes algo mejor que hacer, acaso? Te apuesto cien dólares a que hoy no es capaz de hacer más de cinco kilómetros, pero seguirá igualmente tras descansar un poco en la noche. No le queda otra. Le hemos quitado las piernas, y también la dignidad. Su única meta ya en la vida es arrastrarse hasta reventar, como una alimaña, y servir así de advertencia y escarmiento para los demás.

-No me gusta que otros se paren a hablar con él, y le ofrezcan cosas. No podemos oír lo que dicen. Deberíamos haberle cortado las manos también. A ver cómo se arrastraba entonces.

-No; es más entretenido así. Necesitamos justificar todas estas cámaras de vigilancia y seguimiento. Si te preocupa que le vean como a un mártir, podemos enviar a un grupo de muchachos para que se burlen de él y le den una paliza. ¿Qué te parece?

La boca del observador se contrajo en una mueca que pudiera haber significado el inicio de una frase, para luego frenarse y congelarse en un pensamiento intenso:

-¿Por qué demonios lo hace? ¿Por qué sigue caminando, si sabe que podemos pararle y destruirle, terminar nuestro trabajo en cualquier momento?

-Es el orgullo del condenado, el que sabe que va a morir de cualquier manera.

-Eso podría ser peligroso para nuestra imagen.

-No, matarle ahora sería un signo de debilidad. Déjale arrastrarse un poco más.

En la carretera el hombre continuaba su avance entre gemidos y resoplidos. El sudor caía copiosamente por su rostro agostado. Los músculos de los brazos se tensaban inesperadamente, y los dedos de las manos parecían transformarse en las patas de un animal amenazante que que quisiera asirse al pavimento para arrastrar su caparazón. Los viandantes, en su mayoría, se apartaban y bajaban la vista asustados quién sabe de qué. A los niños se les tapaban los ojos y se les pedía que aceleraran el paso. Un trauma visual a una edad temprana podría generar malos ciudadanos en el futuro. Nadie preguntaba qué le había pasado, ni siquiera los pocos que se le acercaban...

La obstinación del mutilado, su voluntarismo obsceno, eran en sí un desafío a la eficacia del castigo, y a la vez una derrota de la razón.

¿Por qué no darse por vencido y pedir una muerte liberadora? La muerte os hará buenos súbditos de una vez por todas.

-¿Escuchaste lo que dijo al celador cuando le depositaron en el camino? Quería llegar al Palacio Central para reclamar su inocencia y presentar una queja. Delirios de imbécil.

-¿Quejarse de quién? ¿De nosotros? Nos hemos limitado a seguir el protocolo. Incluso, una interpretación estricta nos hubiera permitido matarle ahí mismo, en la mesa.

-Sí, debió habernos escuchado y haber colaborado. Nos ampara el protocolo. El protocolo...

Los dos observadores se miraron entre sí. Sabían que una carcajada estaba a punto de estallar fuera de sus gargantas. Pero un extraño sentimiento súbito se lo impidió, no se sabe muy bien si pudor o cansancio.

-¿Recuerdas la razón que nos dio para no colaborar y confesar? ¿Qué dijo el muy subnormal que era lo que se lo impedía?...

-Principios. El muy gilipollas.

-Sì. Principios. Absurdo. Mira, sigue arrastrándose. ¿Le quedará algo de agua?

-Quién sabe. Estoy empezando a perder el interés en este sujeto. ¿Te has apuntado al juego del viernes?

-No. Mi señora y yo vamos al teatro. Una obra del grupo de teatro de la parroquia...

En la carretera, morosamente, cada vez más lento, un bulto se arrastraba intentando evitar el escaso tráfico, mirando con pupilas hinchadas a los que pasaban a su alrededor, concentrado en su avance desesperado y casi demencial. En sus labios, un balbuceo en sordina se mezclaba con los jadeos del esfuerzo: cruel, cruel, digno...


Saturday, August 2, 2025

Señal de lluvia negra

 Señal de lluvia negra. Alarma. No saquen a los niños de casa, ni siquiera para esas interminables ristras de clases particulares durante los fines de semana. Diluvios prospectivos. Aquellos que pierden dinero con las medidas y recomendaciones correspondientes se quejan de que las amenazas de un cielo furioso raramente llegan a cumplirse. Precaución. Somos gente mesurada, previsora. Odiamos la impredictibilidad, aunque nuestras vidas se diluyan cada vez más en mundos líquidos de especulaciones y gráficos desbocados. Señal de lluvia negra. Día de luto por todos esos paraguas caídos en servicio. La goma de las botas de agua resuena contra el pavimento en todas partes. Los niños no entienden por qué no pueden correr a la calle a saltar de charco en charco. La vida les parece una concatenación de órdenes sin sentido aparente. Premonitorio. En las noticias hablan de lugares casi siempre remotos inundados, y en las redes sociales proliferan vídeos de súbitas cascadas brotando de las paredes rocosas en las colinas, fuentes inesperadas de miedo y fascinación. Lluvia negra, o roja, o amarilla. Sugerente. Preludio de un futuro catastrófico que todos tenemos en mente, pero en el que nadie parece creer ya. Cosas de adultos. Lo que está por venir, mejor dejárselo a otras generaciones. Deudas a heredar. El presente, tan repleto de intrascendencia, es demasiado importante. Señal de lluvia negra. Obreros o empleadas cubiertos en plástico transparente, sudando. Espectros en calles desdibujadas. Ellos son el primer frente, los desechables. Si no les pasa nada, podremos sacar a los niños a que tengan su pequeña odisea particular camino del supermercado o del restaurante. Total, no es más que agua. ¿Por qué a ti te hace pensar irremediablemente en lágrimas, o en sangre desparramada de alguien que, despacio, agoniza en soledad? Señal de lluvia negra; acaban de retirarla. Vámonos rápido al centro comercial.


Monday, July 28, 2025

Valores-base por estos lares (pero los de verdad)...

 El mayor veneno social de esta ciudad: la ansiedad. El segundo mayor: el arribismo. Estos sí que son core values y no las gilipolleces que leo/escucho por ahí...

Sunday, July 27, 2025

La Ciudad de la Violencia (XXI)

 Los capataces alcohólicos

Un día gris y lluvioso, como casi todos en el último ciclo, un informe confidencial llegó a la mesa del alto comisionado ministerial. Se había detectado un fenómeno peculiar, cuanto menos: la práctica totalidad de los capataces o mandos intermedios sufría de alcoholismo y otras adicciones diversas y deletéreas.

La mayoría desarrollaba estos problemas de conducta personal tras pasar algún tiempo ejerciendo su cargo, aunque algunos arrastraban un historial previo de abuso de sustancias, y era como mínimo cuestionable el que hubieran llegado a posiciones gerenciales pese a la constancia de tan poco edificantes hábitos.

Para los todavía jóvenes, el alcohol era un motor energético con el que potenciar su rendimiento y aumentar su agresividad en las situaciones de conflicto con los subordinados. Para los más mayores, era más bien una laguna espesa en la que sumergirse y olvidarse de la rutina ingrata de transformar diariamente el lugar de trabajo en un campo de batalla donde el enemigo vestía tu propio uniforme.

Resaltaba el informe la insistencia de los gerentes en que los empleados a su cargo también bebieran, incluso durante las horas de trabajo. Especial énfasis se ponía en iniciar en el consumo a abstemios y virtuosos, puesto que su actitud, además de arrogante, iba contra el espíritu corporativo de todas las instituciones. Especial placer parecía causar en estos capataces el arrojar al abismo del vicio a aquellos pobres empleadillos que más se resistieran, para después señalarlos, perseguirlos y expulsarlos bajo las más graves acusaciones de irresponsabilidad e improductividad.

¿Cómo circulaban tamañas cantidades de alcohol y otras sustancias por las oficinas y fábricas de la ciudad? ¿Quién lo introducía y qué beneficio obtenía por ello? Estas eran preguntas que nadie parecía capaz de contestar. Circulaba el rumor de que un agente de orden interno  demasiado audaz -los periodistas, por cierto, habían sido ya todos exterminados o transformados en propagandistas oficiales- había pretendido indagar en estos asuntos, y no había tardado en desaparecer y ser dado oficialmente de baja, así como su investigación cerrada por falta de personal cualificado disponible.

El exceso de alcohol daba un aire de loco salvaje a los capataces, y los altos mandos se congratulaban del efecto intimidatorio. Los empleados obedecían, bebían, vomitaban, trabajaban si podían -esto era secundario, gracias a la tecnificación-, a veces lloraban y parecían hablar solos, y de vez en cuando alguno se suicidaba. En resumen, todo marchaba correctamente.

Sin embargo, las facturas médicas, y el hecho de que algunos capataces demasiado viejos para seguir bebiendo quisieran abandonar públicamente su hábito por cuestiones de salud, emborronaba el futuro de estas prácticas. Quizás, llegados a cierta edad, debería considerarse el suicidio también entre las clases bajas gerenciales, pensaban desde los sillones ministeriales.

¿Por qué bebían los capataces? Sus respuestas eran variadas, pero parecían todas insinceras. ¿Desarrollaron el hábito por su propia voluntad o como imposición? Ninguno parecía recordarlo. Un capataz de aliento fétido y mirada torcida lo resumió así: "Al fin y al cabo, beber crea comunidad en la ignominia. Y eso puede ser muy útil de cara a futuras situaciones".


Sunday, July 20, 2025

Día de tifón

 Día de tifón. Viento y lluvia ahí fuera. Es entretenido ver a los arbustos y ramas de los árboles doblarse agónica, rítmicamente. Apuestas: ¿llegarán a quebrarse antes del fin de la tormenta? Recuerda cerrar las ventanas apropiadamente; es tu responsabilidad, idiota. Prepárate a pagar una gran multa si slgún ventanuco se desgaja o una parte vuela arrancada. ¿Que el casero no ha querido hacer reparaciones? Tú problema. Búscate otro apartamento. ¿Que no tienes dinero ni paciencia para otra mudanza? Entonces lárgate de la ciudad, parásito. ¿Has hecho acopio ya de pan y fideos secos envasados? Los supermercados, y algún que otro restaurante, permanecerán abiertos, pero lo importante es dar imagen de previsión. Día de quedarse en casa. Cocinar en familia. Estar con los niños. La soledad se agudiza con el ulular del aire. El tono gris lo invade todo. La convivencia se pone a prueba entre aquellos que no se quieren. ¿Alguna noticia sobre inundaciones o incidentes con maleza o carteles comerciales? La desgracia entretiene a los que poseen un techo. Al menos a los adultos. Los salones de los apartamentos se vuelven ruidosos y abarrotados. Alguien exige comida, y que cambien el canal. ¿Apagar la televisión? Impensable, propio de locos. Por las calles, solo algunos que ya no aguantaban la intensidad del contacto humano en cubículos reducidos, y han escapado a enfrentarse a algo menos molesto. También caminan empapados los que ni merecen el privilegio de la seguridad, los trabajadores más humildes: recogedores de basura, guardias de seguridad, taxistas, cajeras de supermercado, cocineros, camareros... Total, ellos no son más que unas manos rugosas y unos ojos mirando al suelo. ¿Qué es lo que se perdería si...? Día de tifón. El infierno viene en barcos de aire caliente y lluvia horizontal. Aquellos que no necesitan ir hoy a la oficina se encogen de hombros y sonríen de forma casi malévola. Ese cosquilleo tan infrecuente por castigado de decirle "no" a las cargas laborales. Otros piensan cómo podrán llegar al final del día sin sufrir daños físicos de gravedad. Probablemente no tengan un seguro de accidentes. Nadie en su familia lo habrá tenido jamás. Tras una ventana, unos niños, repentinamente degustando el placer oculto de la soledad, observan la tormenta e imaginan fascinados desastres inconmensurables y sus consecuencias. Por ahora, todas estas moles enormes de cemento y metal les protegen de la realidad truculenta de lugares no tan lejanos, casi vecinos. Día de tifón. Quizá uno de estos muchachos pensativos decida alejarse de la pantalla y sus ruidos machacones para abrir un libro, o empuñar un lápiz o un pincel, antes de que un familiar hiperansioso venga a intentar ahogarle en monótonas e interminables tareas escolares.

Sunday, July 13, 2025

El Triángulo Dorado - Prólogo/Capítulo 1 (borrador)

 Campo de inmenso rojo ondulante. Campo de sangre. Antiguo reino olvidado y recluido, azotado por los truenos devastadores de la política global. Aquí reinaban los monjes, y unos cuantos matones locales conchabados con ellos. Pero los sobresaltos eran escasos. La vida era pausada, predecible. Incluso, especialmente, la crueldad. Existía un código moral de asunción tácita que permitía la continuidad en el desastre, en la pobreza, en una bonanza que ni siquiera podía ser imaginada con trazos claros. No había tristeza que no pudiera ser disipada en el humo entre verde y azulino de unas cuantas pipas, a ser posible compartidas con amigos o familiares. A la vuelta del mundo brumoso de los sueños la vida seguía ahí, impertérrita, esperando ser retomada. ¿De qué podía valer el lamentarse?

Hasta que llegaron los extranjeros. Los demonios blancos subvirtieron el orden de Cielo y Tierra con sus máquinas de guerra y su ciencia fulgente, deslumbradora. Su visión del mundo. Su lengua, sus costumbres, sus dioses. Su altura, su eficiencia. Su violencia, su crueldad. De repente había otro mundo irrumpiendo en este, un nuevo orden. Mal que bien, nos adaptamos. Poco a poco, volvió la normalidad para la mayoría. Dicen que los reyes habían hecho un trato con estos demonios blancos. Dicen que los monjes, de alguna forma, también pactaron con los demonios. Quién sabe. Más amos a los que servir. Aparecieron nuevos oficios. Los mapas se ensancharon, aunque nuestra tierra pareció empequeñecerse sobre el papel. Nos comenzaron a hablar de las grandes bondades del comercio internacional, del milagro de enriquecerse haciendo que las mercancías se muevan. Todo esto nos mareaba, hacía que la vista se nos nublara y los números nos revolvieran el estómago y tuviéramos arcadas. Y así seguimos viviendo.

Hasta que, un día, llegaron los vecinos odiados. Eran multitud, miles de ellos, y todos uniformados. Verde y azul. Cascos y gorras. Fusiles, pistolas, botas gastadas. Miradas sombrías. Miedo, pero sobre todo odio, rencor. Supimos que huían. Alguien no los quería en su tierra. Llevaban en las caras el estupor de haber sido expulsados y humillados sin esperarlo. La gleba eran pobres campesinos como nosotros. Similar color de piel, rasgos y formas parecidos. Pero los generales llevaban un diablo quemándoles dentro. Eran más destructivos y peligrosos que los mismísimos occidentales. Su líder se llamaba Li, y su crueldad pronto se hizo dominio público. Li era un militar, adusto, orgulloso, taimado y comedido, pero había una palabra que hacía brotar la rabia animal y la mayor violencia de su cuerpo: comunismo.

El carácter demoniaco de estos generales lo probaba su aparente amistad y buena relación con los occidentales. Solían reunirse durante varias sesiones de muchas horas, para después caminar por las calles como si la ciudad les perteneciera -quizás esto fuera ya cierto- y dar órdenes a todo el mundo. Pobre de ti si no agachabas la cabeza y obedecías. Especialmente, al general Li le gustaba ir a los campos de cultivo, sobre todo el de amapolas. Las largas hileras de copas rojas esperando ser recogidas se convertían en destellos flamígeros en sus ojos achicados, y una sonrisa curvada brotaba en su rostro, por lo general pétreo. Solían acompañarle varios occidentales. Americanos, creo que les decían. Estos eran mucho más expansivos en su gesticulación, reían con estruendo y lanzaban sus conjuros en esa lengua que llaman inglés. Luego volvían a sus cuarteles. Todos cuidaban de apartarse de su camino. Excepto aquellos que habían fumado demasiadas pipas ese día, y vivían brevemente en otra realidad más hospitalaria.

Y desde entonces, mi gente llora lágrimas rojas en campos de sangre.

Tuesday, July 8, 2025

Ajustando cuentas (otra vez)

 Hong Kong, ciudad cargada de odio, desprecio, fanatismo y arrogancia. Horda elástica y perfumada de arribistas vacíos y extenuados. Multitud disgustada consigo misma. Monstruo inmaduro de modales impecables, pero intenciones inconfesables. Sonrisa diligente, aprendida a la fuerza, propia de sádicos y degenerados. Virtuosos sin alma y humildes apaleados. Caridad, compostura y glamour. Pero cuando la superficie es levantada, oh, horror... Qué difícil sacar algo limpio de sus entrañas.

Tuesday, July 1, 2025

Geografías locales XVIII

 Cheung Sha Wan, salida del metro. Avenidas industriales, brillantes y a la vez mugrosas, un mundo propio, totalmente ajeno al cosmopolitismo de la isla. Por supuesto que estás en China, imbécil. Aquí sí. Camina. Las calles son demasiado estrechas para permanecer parado. Sólo la carretera es ancha. El horizonte también parece inabarcable, amenazante: un edificio tras otro, grutas oscuras donde bulle el comercio de medio mundo, envuelto en olores difícilmente definibles y santificado en lenguas imposibles. Efectivamente, deberías haber contratado un guía o interprete antes de venirte. Primero, oficinas. Nada especial. Alguna tienda aséptica, globalización de los servicios. Luego moles industriales. Los trajes dejan paso a monos con lamparones. Ya no te bajan la mirada aquí. No les gustas. Eres un payaso inútil e ignorante en un lugar donde crujen los huesos cada día para poder sobrevivir. No te pares. Aparecen varios concesionarios, talleres... En una ciudad sin extrarradio no es sorprendente que estén precisamente en este lugar. Comienzas a entrever la lógica de esta monstruosidad. Escalofrío. Un semáforo. Espera y mira. Calles transversales que dan a escuelas, puntos ciegos, una infinita colina de roca. Finales abruptos que dejan dos únicas direcciones. Ni un sólo espacio público. Demasiado caros. Y ese tráfico incesante. ¿Por qué? A medida que avanzas, más y más ancianos te rodean. Impertérritos, desafiantes a veces...Al final de la calle está el complejo hospitalario, su mundo, un infierno burocrático de ascensores y funcionarios malencarados con poca paciencia para los que tardan demasiado en morirse. En el nivel más bajo, la puerta del averno, el Mortuario, con su estatua blanca, no de un ángel sino de un religioso occidental. Claro. La empatía la construyeron desde fuera, te dicen, y la llamaron caridad. Así funcionan las cosas todavía en esta ciudad. Si sigues caminando, al final de la calle tienes la entrada de vehículos al hospital público. Un giro imposible que ilustra las dificultades de ser pobre y acceder a un trato digno en Hong Kong. La cruz en el círculo rojo. Emblema, todo es simbólico aquí. Los espíritus se agarran a la pared de roca para guardar la entrada, árboles de raíces infinitas en equilibrio imposible. Reza a tu dios para no cruzar este umbral. Más allá, las casas sobre la colina. Recientes, modernas. La riqueza también ha llegado a esta barriada y se manifiesta vertical, ajena, como de costumbre. No es tu lugar. No es nada que alcances o quieras comprender. Escapa mientras puedas. Tan sólo es un punto gris en la Península de Kowloon; y tú, ni siquiera eso.

Thursday, June 26, 2025

Definiciones fallidas (VII)

Hong Kong es una ciudad de tragedias anónimas diarias, incapaz de mirarse en un espejo sin distorsionar la imagen. Es un reflejo falso de vieja estrella decadente, todavía cubierta de diamantes para ocultar las arrugas y las manchas en una piel rugosa de piedra y corteza.

Monday, June 23, 2025

La Ciudad de la Violencia (XX)

 -En esta ciudad, mejor Príncipe entre los Mendigos, que Rey entre las Ratas perfumadas de dos patas -declaró a sus captores/torturadores el prematuramente envejecido sospechoso. Su voz, áspera pero consistente, se fue repitiendo por los pasillos de los calabozos, hasta apagarse en un tenue susurro preternatural.

Friday, June 20, 2025

La Ciudad de la Violencia (XIX)

 En la Ciudad de la Violencia se decidió que la diferencia era mala para la paz social y debía, por tanto, ser perseguida. Toda opinión divergente debía ser puesta bajo sospecha, y las soluciones alternativas habían de ser consideradas como semilla de sedición. No se permitiría vestir otros colores que no fueran los estrictamente marcados en el calendario oficial; y los cortes de pelo y el calzado quedarían delimitados por directrices a elaborarse para cada contingente o división social. No se escucharía otra música que la santificada por las instituciones gubernamentales correspondientes. La tenencia de discos no recomendados quedaría categóricamente prohibida. A quien tocara canciones o músicas disonantes para los oídos de los funcionarios al cargo de la educación auditiva, se le cortarían una o ambas manos. A quien produjera, distribuyera o visionara material audiovisual no aprobado, se le arrancarían los ojos, y la lengua si fuera conveniente. Los libros de pensamiento confuso serían reciclados para rellenar los ladrillos usados en la construcción de nuevas cárceles. Su tenencia, por supuesto, sería un delito de gravedad mortal. Los restaurantes y cafés de culturas depravadas serían clausurados. Solo los productos recomendados por las autoridades al cargo de la rectitud alimentaria podrían ser llamados saludables. Las actividades de tiempo libre serían extensamente monitorizadas. Nadie tendría la obscena y egoísta libertad de decidir por sí mismo cómo ocupar sus momentos de ocio. Cada miembro de la sociedad recibiría un horario al que atenerse y una lista de actividades a seguir. No esforzarse ni interesarse en las tareas asignadas sería motivo de reconvención y vigilancia, cuanto menos. Todos disfrutarían relajándose de la misma forma y en común armonía. Quien rompiera este orden sería equiparado a un virus infectando un organismo sano, y se le trataría como tal. No habría teorías alternativas en ninguna ciencia, y las tertulias tendrían siempre el objetivo final de llegar a un consenso prefijado. Los periódicos publicarían todos las mismas noticias, pero se les permitiría cambiar las palabras. Habría muchos canales de televisión, y mucha variedad de programas, pero ninguno causaría zozobra en el corazón de nuestros ciudadanos. Las escuelas se centrarían en el aprendizaje memorístico y en el desarrollo de la diligencia y la resistencia física. Toda organización permitida tendría una estructura vertical y jerárquica, para optimizar la toma de decisiones, las cuales no deberían ser discutidas nunca por miembros de rango inferior. La felicidad y la positividad serían rasgos preceptivos a entrenar grupalmente. La delación de los pesimistas e inadaptados sería obligatoria. La fantasía debería quedar bajo estricto control. La ironía sería perseguida con encono, aunque no así el cinismo. Finalmente, exenciones a todo lo anterior podrían ser compradas a alto precio, para contribuir de este modo a la fluidez de la economía. La diferencia sería paulatinamente eliminada, y la Ciudad sonreiría al unísono, sin grietas, impenetrable.

Monday, June 16, 2025

Bosquejos de una sociedad XIX

 Rincón fresquito, a la sombra. No demasiada mugre. No veo cucarachas, ni demasiados mosquitos alrededor. Pues venga, aquí mismo, en este pequeño túnel de conexión entre calles. Seguro que por aquí pasará más gente en breve, a hacer la compra o a recoger a los niños del colegio. Despacio. Uf, me duelen los huesos. La verdad es que estoy cansado. Normal, más de siete décadas viendo pasar las desgracias. Abrimos la banqueta. Con cuidado, que no baile y me vaya a caer. Saca la mercancía: las flores hechas de pasta. Que no se te rompa ninguna. Es algo bonito, ¿no? Alguien las comprará, alguien tendrá corazón. Esto es mejor que mendigar, ¿verdad? Su vieja madre, qué perra es la vida... Quién me iba a decir que acabaría viéndome así, con todo lo que he trabajado cuando el cuerpo me aguantaba. Si con las flores no saco para comer hoy, la próxima vez tendré que meter todos esos viejos recuerdos y pertenencias en una maleta, y tratar de vender eso. ¿Cuánto vale una vida gastada aquí y allí? Igual podría probar a ir a comer a ese salón de esa iglesia occidental. Su vieja madre, de esa gente no quiero nada, vinieron aquí, nos robaron todo, construyeron sus templos asquerosos, y ahora nos quieren hacer tragar la última humillación, disfrazada de dádiva. ¿Por qué les permite el gobierno seguir aquí? Bueno, a ver cuánto saco con las flores de pasta. No veo bien quién pasa, debe ser el sol, que me da en los ojos. La gente camina tan rápido estos días, no podrán ni verme. Y luego, esos malditos formularios inacabables que te hacen rellenar una y otra vez, para ver si estás dentro de los parámetros de los que pueden recibir ayuda, no vayas a ser un impostor, ¿eh? Algunos incluso están en inglés, joder, si a veces no entiendo ni las preguntas en chino, ¿cómo voy a saber qué necesito contestar? Trampas todo el camino, obstáculos y más obstáculos para los que no tuvimos una buena educación. Su vieja madre, ninguno en esas oficinas ha trabajado tanto como yo lo he hecho: en zanjas, en andamios, en fábricas de techo bajo en las que creías que te asfixiabas, hasta que se las llevaron todas a Shenzhen o a donde diablos estén ahora... ¿Y por qué no ahorraste más?, me dice algún hijo de mala madre. Ya no hay respeto. Todas las costumbres están corrompidas. O quizá siempre ha sido así. Intenta sonreír a los que pasan o no te comprarán ninguna flor. ¿Por qué corren tanto? No veo más que manchas borrosas pasando rápidas. ¿A dónde tienen tanta prisa en llegar? No sé, quizá debería recolectar cartones y madera, y llevarlos a algún punto de reciclaje. Necesito una carreta para esto. ¿No viste el mes pasado haciéndolo a...? Sí, creo que era ella, pero no estoy seguro. Los viejos también tenemos que comer, ¿sabes? Ah, Li Ai, quizá fue mejor que te fueras y no estés aquí para ver esto. A lo que hemos quedado reducidos. Tu enfermedad se nos llevó tanto, ¿verdad? No esperéis a que os den vez en el hospital público, o será demasiado tarde, decían. Buscad una segunda opinión. Visitad a otros doctores. Pero nadie te decía cómo pagar las facturas un poco más tarde, ¿verdad? En fin, somos una gota en un océano inmenso. Seguir quejándome no alimentará mi estómago. Céntrate mejor en vender estas flores, o tendrás que comértelas de cena. Espera, ¿han encendido las luces en el túnel? ¿Por qué lo veo todo borroso? Mira, viene un grupo de gente por el otro lado. Estos van despacio, ¿debería decirles algo? Hay como un vaho extraño flotando en el ambiente. ¿Ha bajado la niebla? Pero en esta época del año no... Mira, se acercan, parece que se van a parar. Bueno, mis primeros compradores, el inicio de mi buena suerte, ¿no? Esas malditas luces, me están cegando, ¿de dónde demonios vienen? A ver, estas flores son algo bonito, ¿no? Sobre todo, son algo digno, una demostración de que no se es todavía un animal inútil, claro, una... Espera. No puede ser. Tú. ¿Qué haces aquí? Esta bruma, nos envuelve. ¿Qué quieres? ¿Para qué has venido? ¿Es que ya...? No, déjame, mujer, no tires de mí, no... 

Sunday, June 15, 2025

La Ciudad de la Violencia (XVIII)

 Un cuerpo especial de las Fuerzas del Orden Público y Seguridad en la Ciudad de la Violencia era el de los vigilantes secretos y acosadores.Su misión era la de seguir a diario a cuantas personas consideraran susceptibles de esconder algo: un pensamiento desviado, un rencor enquistado contra la Ley, cualquier gesto o ademán de rebeldía o desviación. En realidad, si así lo deseaban, podían escoger caprichosamente una víctima y seguirla durante horas, quizá días, para luego elaborar un informe desfavorable cargado de apreciaciones subjetivas y meras especulaciones. Dicho informe no era por ello menos peligroso para el sujeto examinado. Recordemos que en la Ciudad de la violencia la culpabilidad del acusado se daba por supuesta, y era su obligación probar su inocencia.

Existían varias técnicas y modelos de seguimiento entre estos agentes gubernamentales: el acercamiento secreto; el semi-secreto, en el que se evitaba al sospechoso, pero se le dejaba atisbar el hecho terrible de estar bajo escrutinio, pudiéndose incluso extender entre vecinos y allegados al interfecto esa mancilla onerosa que eran los interrogatorios a terceros sobre costumbres y gustos del sujeto bajo sospecha; y, finalmente, estaba el seguimiento abierto y descarado, sombra pestilente cuya misión principal era transformar al pobre diablo implicado en un paria social, conduciéndole de forma lenta pero fija al ostracismo, el aislamiento, y quizás la locura y la desesperanza, las cuales tan fácilmente se podían revestir de culpabilidad.

Estos vigilantes, perseguidores o acosadores (cada caso merecía una denominación apropiada) no necesitaban recurrir a la violencia física en casi ninguna ocasión. En realidad, su corrección en el proceder y su paciencia eran de todos conocidas. Las conductas agresivas y el desorden público se les entregaban a los sujetos cuestionados, para que así acabaran asumiendo e internalizando su culpa. La mala conciencia nunca puede acompañar a un gobierno eficaz. El carácter aséptico e imparcial del castigo se manifiesta en el recto cumplimiento de la misión asignada. Imparciales, de hecho, con frecuencia eran los criterios de selección de sospechosos. Lo fundamental para estos agentes era alcanzar la cuota diaria de informes sobre malos ciudadanos. Mantener en la población general la idea de control y dominio. Mejor inocentes arrastrados por la corriente que criminales libres, bloqueando el buen fluir del país. Un paseo bajo el sol en el lugar inadecuado podía convertir en sospechoso a cualquiera.Y el proceso de vigilancia, una vez iniciado, no debía ser interrumpido o abandonado. La tenacidad está en la base del amedrentamiento. Sólo los vigilantes se sentían libres de vigilancia. O eso gustaban de creer. Por eso las madres recomendaban a sus hijos ingresar en el cuerpo cuando crecieran, y los niños jugaban a vigilar, perseguir, detener, procesar, y a veces linchar, como entrenamiento para la vida adulta en esta ciudad.

Tuesday, June 10, 2025

La pequeñez

 Esta es la parada. Kowloon Bay. Rápido, nos bajamos de autobús. Allí está. Minúscula. Mero punto borroso entre ocres y amarillos chillones que se alzan hacia el cielo. ¿Es algo vivo? Parece una muchacha de pelo largo, negrísimo, lacio. ¿Qué hace en esos escalones, sentada, sosteniendo un rectángulo entre las manos? Puede ser un libro; poco probable. Más probablemente sea un móvil. Parece joven, pero desde esta distancia es imposible determinar la edad. Ropa vieja, desastrada, con agujeros, aunque todo demasiado armónico como para ser mero estrago del uso y los días. Es como una criatura en un juicio donde ella es la única acusada, y los jueces la observan y comentan desde las docenas de ventanas de las torres de viviendas adyacentes. ¿Qué hace ahí? ¿Por qué? ¿Cómo se atreve? ¿Acaso quiere diferenciarse de los otros? Eso es inadmisible. Debería estar pululando frenética por los pasillos de los centros comerciales, observando las mercancías, haciendo cálculos inacabables sobre cómo optimizar el gasto de ese día. El resto es haraganería, es casi la sedición de los mentalmente desviados...

No sé si es alguien local, una joven advenediza y harta, quizás una emigrante de otras partes del país menos mecanizadas y neuróticas, una empleada doméstica filipina o indonesia... no creo que me permita acercarme a preguntarle. Mi presencia rompería el sentido de rebeldía de la composición, lo banalizaría irremediablemente. Me gustaría pensar que ella es consciente de que la belleza casi única del paisaje se la otorga su figura en esos escalones oscuros y musgosos, que su acto desafiante rompe la homogeneidad impersonal del barrio, y que eso le produce una felicidad interior, secreta, casi perversa: "Miradme si queréis. Me da igual. Criticadme. Vuestra saliva venenosa se pierde entre el ruido y las destilaciones del tráfico. Me sentaré aquí si quiero. No haré nada si me da la gana comportarme así. No seguiré vuestros consejos hueros. No caminaré por vuestras baldosas desinfectadas. No seré mejor, pero tampoco seré como vosotros. No lograréis engullirme. No lograréis anularme. Me sentaré aquí a leer, a miraros mientras vosotros sois los que creéis observarme, todas las veces que quiera. Seré pequeña, minúscula incluso, frágil. Pero un día os trascenderé a todos, y entonces os acordaréis de mi cara y mi nombre, y comenzaréis a echarme de menos."

Wednesday, June 4, 2025

El caldero

 Hong Kong, caldero de miserias humanas recubierto de arrogancia y dinero... El día que te falte el dinero, ¿qué te quedará, eh, criatura??

Thursday, May 29, 2025

El espacio (I)

 El espacio es el vacío absoluto, la no-Vida. Las fantasías de escapismo al espacio, por tanto, son utopías de no-Vida, huidas de la amalgama de materia vital que es nuestro planeta. Así, esta línea de pensamiento se sustenta en el nihilismo y en pulsiones de muerte y su inevitabilidad; esto es algo muy, muy peligroso si se instaura como doctrina social. Mejor que escapar, reparar. Mejor que huir al vacío, chapotear en el fango de lo que nos es esencial. Revivir.

Saturday, May 3, 2025

¿Qué pasa cuando...

 ¿Qué pasa cuando las voces que han de guiar -para bien o para mal- una época se extinguen sin dejar su mensaje? ¿Qué ocurre cuando los jóvenes no sueñan con utopías -sean de miel o de sangre-, sino que apenas atisban sombras etílicas de efímero placer glandular? ¿Qué podemos esperar cuando los profetas se agostan mudos empacando, un día tras otro, cajas y cajas de vacuidad con las que en vano evitar la nada descorazonadora? ¿Qué nos queda ya cuando las palabras han sido sustituidas por los números, y la realidad es un desfile de sombras superpuestas, rostros que quizá nunca existieron, perfiles planos y mentirosos que engullen toda una vida? ¿Qué pasa cuando los valores son desechados por las tendencias, los niños no saben distinguir entre ver y entender, y los viejos transfieren su culpa como una copa de bilis no solicitada? ¿Quién partirá las aguas para que su pueblo no se ahogue? ¿Quién subirá a las montañas para, penosamente, hablar con los dioses, y luego bajará a la aldea con un regalo inmenso con el que jugarán los niños durante generaciones? ¿Quién dirá a los amos avaros que la tierra ya no da frutos, y que los libros y los fusiles no alimentarán más su crueldad? ¿Qué pasa cuando crecemos sin esperanza, y miramos al futuro como un horizonte de muerte incandescente? ¿Qué pasa cuando las voces se extinguen sin que nadie escuche su mensaje? ¿Por cuánto tiempo puede una civilización mantenerse en el vacío moral?

Friday, April 18, 2025

Sobre lo religioso

Con demasiada frecuencia, el pensamiento religioso se utiliza para dar salidas falsas y reaccionarias a los problemas sociales. Lo religioso es el estado infantil de la psique. Es la explicación mágica del mundo. Algo lúdico, y necesario en cierta medida para la imaginación humana, pero nunca algo universalizable en sus manifestaciones concretas y coyunturales. Cuánta debilidad moral demuestran los que consideran que sin dogmas de fe no hay ética posible. Cuán poca confianza depositan en la naturaleza humana. Disfrazan estos devotos su nihilismo de fatalidad ultraterrena, y su hipocresía se transforma en una religiosidad asfixiante. Guardemos nuestro amor por la vida y nuestros deseos de reducir las pulsiones de muerte del irracionalismo abrasador y fanático del creyente fervoroso. 

Friday, April 4, 2025

Arte, ¿para qué?

 El Arte, hermano. El Arte te salva del nihilismo aborregante. Así que no vuelvas a preguntarme para qué sirve.

Wednesday, April 2, 2025

La Ciudad de la Violencia (XVII)

 Consejos para la juventud:

Muchachos, vosotros los jóvenes, llevad una vida sana, haced deporte, sed responsables. No os hagáis daño de forma innecesaria. No persigáis utopías peligrosas. Aprended de nosotros, los adultos. Mirad cómo sobrevivimos bebiendo el veneno de la mentira en pequeñas dosis, dócilmente, incluso bromeando irónicos al respecto. Mirad cómo somos incapaces de solventar los problemas que arrostramos, cómo nos encogemos de hombros, miramos para otro lado o buscamos excusas. Porque ha sido siempre así, porque qué le vamos a hacer… Mirad cómo encontramos chivos expiatorios, pobres infelices a los que despojar para calmar al animal caníbal que hemos visto rondando en algunos sótanos. Mirad cómo obedecemos al amo sádico y a su detestable capataz. Mirad cómo repetimos sus consignas y leemos sus pasquines. Miradnos sobrevivir, y aprended. Pobres de los que no lo hagan. Sabemos que este Orden no es justo, ni tampoco el mejor, pero tuvimos miedo del vacío, y nos avergüenza confesároslo. Miradnos y descubrid que la mayoría de los adultos ya no soñamos, porque en la cabeza solo tenemos pesadillas. Entended que a nosotros no nos importe lo que quede una vez ya no estemos. Miradnos y sed como nosotros, porque somos frágiles y estamos demasiado asustados de que nos descubráis tras los afeites y decidáis despreciarnos para siempre. La culpa no fue nuestra. Es de ellos. De los que os animarán a despedazarnos, a libraros de estas viejas y tercas mulas para avanzar más ligeros. De ellos. Nosotros solo seguimos a nuestros adultos. Tened piedad de nosotros, o será el fin de todo. Mirad y aprended.

Friday, March 28, 2025

La Ciudad de la Violencia (XVI)

 El gobierno ha tomado la solemne decisión de mejorar la salud de sus súbditos y combatir la enfermedad a través de castigos a los enfermos. Si usted se siente indispuesto y se convierte en una carga onerosa para la sociedad, aténganse a las consecuencias. Para avanzar juntos hacia un futuro mejor, es necesario desbrozar las malas hierbas que contaminan nuestros campos, aquellas que no pueden crecer erguidas y darnos nuevos frutos. Si usted se pone enfermo, calcule cómo podrá compensar a quienes le cuiden, o acepte estoico el sino de una comunidad que no puede frenar su paso presto y orgulloso. Sólo los ricos podrán considerarse libres de enfermar a partir de ahora. Es su culpa si en el pasado gasto sus ingresos en vicios innecesarios y no ahorró lo suficiente. Cuando entre en la clínica, baje la cabeza y pida perdón por molestar, o se le enviará a una celda de reeducación. Acepte que todos tenemos un papel asignado, y es un digno servicio a la patria morirse silenciosamente cuando le falten recursos para impedirlo. Es ley de vida, o en su defecto, ley ejecutora. Los hospitales serán para quien los merezca, pues así lo dicta la nueva Moral de esta ciudad.

Wednesday, March 19, 2025

La Ciudad de la Violencia (XV)

                      Cárceles 

Las cárceles de la Confederación de Estados Libres eran, básicamente, negocios de carne humana al peso. Lugares de mal morir, explotación obcecada y sádica de los no-productivos. Campos de concentración donde librarse para siempre de los recalcitrantes y seleccionar a posibles renegados que trabajaran luego como infiltrados en los barrios conflictivos. En estas cárceles no existían los asesinatos, solo las muertes naturales; ni tampoco los abusos y las torturas, solo los ejemplos aleccionadores con los que fomentar la obediencia. El miedo a caer en estos agujeros inmundos sin fondo ayudaba al gobierno a erradicar a los inconformistas y a construir consenso. Estas cárceles eran efectivas, eficientes y rentables; eran la extensión física de la nueva Moral.

Monday, March 17, 2025

Horror societies

 Neoliberal societies love to promote the viewing of brainless horror movies. Quite significant indeed...

Wednesday, March 5, 2025

Diccionario de filosofía decadente, perversa y actual. Entrada 1

 -Hedonismo: un derecho de los ricos, aspiración de las clases subordinadas, y elemento contrarrevolucionario con el que desactivar a los jóvenes.

-Estoicismo: obligación de los pobres.

Saturday, March 1, 2025

De valores, clases sociales y educación

 ¿Que el mundo lo manejan y administran, sin apenas excepción, sinvergüenzas y desalmados? Por supuesto. Y si quieres entender cómo es eso posible, vete a trabajar en un colegio de élite, en cualquier parte del mundo, y observa los valores que les inculcan desde pequeños. Luego, aprende de los alumnos en qué tipo de atmósferas familiares se mueven. Con ese cóctel, podrás ver que a las élites les enseñan desde pequeñitos cómo NO ser buenas personas, para que así sigan la senda de triunfo de sus predecesores… Y así nos va, mi gente.

Monday, February 24, 2025

Inicio para una novela que nunca se escribirá. Intento 2.

 Era increíble. Después de tantos años, después de todo lo ocurrido, aún conservaba, de alguna forma, el aura de pureza inocente del eterno aspirante a tonsurado, esa ausencia de dudas y ese optimismo irrebatible de quien todavía desconoce la traición y sus decepciones reverberantes. Podía notarse en su forma de caminar, en ese ligero encogimiento forzado del que persigue obsesivamente la humildad. Ese aura única, oscilante entre lo lastimero y lo grandioso, seguía acompañándole como una sombra. Debía ser ya el último capaz de ese efecto de entre todos nosotros.  Yo le veía acercarse lentamente desde el otro lado de la calle, y temblaba quedamente presa del miedo y la frustración. 

Wednesday, February 19, 2025

Local Fury

 The emptiness, unfairness, madness of this city builds up these huge piles of anger and fury that erupt every single day in the streets of Hong Kong, in its offices, inside the homes. So much unnecessary, futile negativity and toxicity that could (should) be easily dismissed if only the core values of this place were not what they are...

Sunday, February 16, 2025

Miedo al futuro (I)

 ¿Será el mundo de las redes sociales y sus iteraciones infinitas el nuevo narcótico con el que envenenar y neutralizar a las clases subordinadas, como antes lo fueron la heroína, las anfetas, el crack o el fentanilo?

Friday, January 24, 2025

Rasgos distintivos

 Dos rasgos distintivos de la sociedad hongkonoide: la aporofobia y la gerontofobia. En términos más generales, es saliente el odio inculcado desde jovencitos a todo elemento improductivo de la sociedad. Mundo múrido...

Sunday, January 5, 2025

Bosquejos de una sociedad XVIII

Joder, estoy agotado; me duele la espalda, y tengo los brazos agarrotados. ¿Cuántas horas ya al volante? Más de ocho, seguro. Pero mi negra suerte, hoy no he hecho más que deambular y ver cómo otros se llevan los clientes. Ni la gasolina de su vieja madre voy a amortizar así. Espera, mira, esos dos desgraciados, ¿quieren cruzar o quieren un taxi? Nada, no hay manera. Sigamos, mi fortuna va a cambiar tras el siguiente giro, joder. Gastar los ahorros para comprar la puta licencia, alquilar el vehículo, toda la mierda burocrática, para no saber ni si voy a poder llegar a fin de mes. Su vieja madre. ¿Qué más podía hacer? Cincuenta y ocho putos años, sin apenas ahorros para jubilarme, y el taller eléctrico del coño de su madre tenía que cerrar. A la puta calle. ¿Dónde iba a encontrar trabajo? Era esto, o portero, o barrendero. Y no sé si me habré equivocado con la elección. Perra vida. No me tocará la lotería y lo mandaré todo a la mierda. No hay más que competencia por todos lados, con esos putos coches privados. Que sí, que sí, que van a regularlo y acabar con los abusos y las irregularidades, dicen esos perros pestilentes del gobierno, y luego nada. Toda la presión para nosotros, los taxistas que se han gastado la pasta en una licencia. Jódete, y haz más horas al volante. Y luego, no tengas un accidente, claro, o se irá todo a la mierda. A ver cómo pago yo otro taxi, o una reparación a fondo. Eso, si no te culpan de todo a ti y te meten en la cárcel. Lo dicho, presión por todos lados. Su vieja madre. Eh, esos de ahí en la parada de minibuses, ¿alguno con prisa? Venga, joder, qué os cuesta, son unos pocos dólares más si compartís la carrera entre varios, mamones. Puercos miserables. A este paso me veo pegado al volante hasta los setenta y cinco. Igual me sale más a cuenta estrellarme contra algún deportivo o un Mercedes, a ver si puedo demandarles y sacarles una compensación… ¿pero qué mierda digo? Acabaría yo reventado, y ni las facturas de hospital podría pagar. Inválido y arruinado. Para eso, mejor muerto. Mira, ya me harté de dar vueltas. Mejor me voy a la salida del metro, a hacer cola en la parada. Con suerte, tengo algún cliente en menos de media hora. O paro por ahí y me echo una cabezadita. Joder, estoy realmente cansado. Pero, ¿cómo vuelvo a casa con la mierda de recaudación de hoy? No, no puede ser, se me cierran los ojos, pero necesito más dinero, necesito más, mierda de vida, necesito…