Thursday, November 6, 2025

La obsesión por el Castigo

 Jamás ha habido espacio para las vidas plenas al margen; en ninguna sociedad. Son demasiado peligrosas. No hay sumisión, ni sufrimiento aparente en ellas, y por eso deben permanecer como una vía de conocimiento secreto, inaccesible, maldita. Mejor enseñarles a sufrir, a someterse. Jesús redentor era un fanático siniestro. Masoquista. Patológico. Servidumbre febril e incuestionable, o hedonismo autodestructivo. Esas son las únicas opciones visibilizadas. Nunca aceptarán que seas un rebelde constructivo. Es una contradicción demasiado grande para su visión del mundo. Los rebeldes sólo pueden ser trágicos y tristes. Un rebelde feliz es algo inaceptable para ellos. Un peligro moral a destruir, a despedazar, a desarmar. Toda desviación de lo establecido ha de canalizarse a través del resentimiento, del desarrollo de emociones negativas; pulsiones de muerte. De eso modo se asegura su propia, más o menos gradual, obliteración. La vida debe ser patrimonio exclusivo del poder y su lógica social. No puede ser de otro modo, bajo ningún concepto. Y aquí es donde surge la virtud disciplinante y canalizadora del castigo. Difícilmente puede haber castigo libre de resentimiento. Por eso la rebeldía debe ser castigada. Para transformarla en algo oscuro, amenazante, desquiciado. Para que no pueda ser ejemplo de nada bueno. El castigo es la obsesión del que odia la libertad.

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