La cultura es un juego de espejos y sugestiones que nos imponen desde pequeños. La tradición es una piedra de Sísifo que nos impide huir de pasados ajenos. La literatura es una mentira, salvo cuando se centra en detalles minúsculos, bordados ínfimos, que unidos por millones configuran nuestras vidas. La política es un escorpión que juega a proteger a sus víctimas, ignorante de cuánto tiempo podrá contenerse. La religión es un humo ascendente e intoxicante. La vida, sólo la vida. Eso es lo que importa. Protegerla. Defenderla. Amarla. Huir de los impulsos de muerte. Ese ha de ser el fin último y único de la razón. Nada más.
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