Sunday, April 14, 2024

La Ciudad de la Violencia (VIII)

                                          El manicomio

¿Ves ese edificio de ahí, hija mía? Sí, ese gris y verde pálido, con las paredes desconchadas y ennegrecidas. ¿Sabes qué es? Un hospital, sí. Pero uno muy especial. Es el hospital para los enfermos mentales. El manicomio. Allí es dónde meten a todos los que han dejado de ser productivos, o a los que amenazan la productividad. El objetivo es curarles, volver a hacerles útiles para… no sé, para los que controlan y dominan todo esto. Para los dueños. Dicen que es para proteger al resto de los ciudadanos. Como si la locura fuera un virus. Como si la gente se volviera loca por pura biología, y no porque les vuelven locos. Pero a esos, a los responsables, las malas personas, los mentirosos, los manipuladores, los que tienen el corazón negro pero saben enseñar los dientes y disimularlo, a esos no les meten nunca en el manicomio. ¿Injusto? Claro, mi amor, vivimos en una sociedad regida por leyes, no por la justicia. Tienes que permanecer lejos de este edificio, hija mía, o pensarán que tienes a alguien cercano dentro, y entonces tomarán nota de tu nombre, y te considerarán una posible candidata a ingresar, tú también. Lo llaman herencia. Lo llaman fatalidad. Mecagüen su vieja madre. La mejor medicina para que no te ingresen en el manicomio es vestir un traje caro, y hablar con la suavidad de las serpientes, a ser posible en alguna lengua extranjera, y pasar rápido por delante de la entrada en un coche reluciente; para que no se atrevan a acercarse a ti. ¿Qué si alguno de los que entran allí ha logrado salir? Mira, en el manicomio no se muere casi nadie, al menos no oficialmente, y sin embargo es el más triste de todos los hospitales. Sobre todo porque hay gente a la que intentan convencer de que está enferma, muy enferma, pese a que lo único que han hecho es ser más sinceros que los otros y decir verdades que son como un perro asalvajado, que muerde sin considerar a quién ni cuándo. ¿Violentos? ¿Que qué hacen detrás de esas paredes, exactamente? No lo sé, hija mía, yo prefiero no decirlo, tengo nubes blancas cuando intento recordar… de ese blanco que es como una aguja afilada y muy larga, y lenta, muy lenta. Creo que hacen buenos ciudadanos, ahí dentro. Eso dicen. Mira, acércate, chiquita. Voy a contarte un secreto: creo que un día, hace mucho tiempo, los locos, pero estos de verdad, los realmente peligrosos, ¿eh?, se rebelaron y capturaron a todos los doctores y enfermeras, y se pusieron sus ropas, y desde entonces son los administradores del manicomio. Los amos de la ciudad no se enteraron, claro, porque nunca vienen por lugares tan siniestros y tan pobres como este, y además, mientras obedezcan, les da igual quién esté al cargo de la institución. Y así nos va desde entonces. No se lo cuentes a nadie, o te meterán ahí dentro. Anda, ahora corre, y vete lo más lejos que puedas de este lugar. Creo que ya vienen a por mí…


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