Con los años he acabado por desarrollar la conciencia de que, ya desde mi primera experiencia laboral en la ciudad de Hong Kong (lector AECI en HKU), me topé con bullies y psicópatas varios (uno al menos) y su desagradable, pero siempre disponible en estos lares, cohorte de seguidores interesados/aduladores/sirvientes varios. Llegué demasiado joven para darle por aquel entonces la importancia que se merecía; los asuntos laborales nunca deben ser subestimados y despreciados por su larga sombra en nuestro existir, con frecuencia en la forma de difamación y falseamiento (hacer pasar a la víctima por agresor, por ej.). Fueron varias las personas que me advirtieron desde el inicio, y más incluso las que lamentaron lo que se me hizo, pero no supe prestarles la atención debida, supongo. Pienso ahora que, probablemente, si me hubiera comprado una grabadora en aquel momento y hubiera registrado lo que ocurrió en el que era mi lugar de trabajo, mi posición actual sería mucho más desahogada, y el discurso general en mi campo laboral en esta ciudad podría haber ido por otros derroteros menos tóxicos, hipócritas y tenebrosos. ¿Por qué no se explicaran estas cosas tan importantes en los institutos y en las oficinas laborales, si al cabo serán con frecuencia los elementos decisivos en nuestro devenir profesional?
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