Anda que no me hace sentirme bien poner en mis redes sociales la bandera de Francia, la del orgullo gay, la del Partido Comunista Chino, el icono contra el maltrato, contra el terrorismo, contra el hambre en el mundo... y seguir con mi vida plácida de pocos cuestionamientos morales. Pero, el día que el Mal llame a mi puerta y me diga con una sonrisa encantadora, impecable en su traje sin arrugas, en una mano un ramo de flores y billetes, y en la otra una soga: "Elige". Ese día, entonces, ¿qué voy a decir? No hay iconos o banderas para ese momento.
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