El tremendo y evidente ejercicio de egocentrismo y pobreza moral vigente en el presente objeto de nuestro estudio puede suscitar fácilmente reflexiones negativas y derogatorias sobre el habitante de la consabida urbe.
Esta es, sin duda, una concesión errónea al aparentemente reinante espíritu de superficialidad.
Hong Kong es una sociedad rica en redes sociales y generosidad, ajena en muchos aspectos a la corrupción y desidia de los reductos colonialistas y el vacío vital de las clases que han aceptado e internalizado un perveso proceso hobbesiano de despolitización y descomunitarización.
Una vez más, parece confirmarse la relación inversa entre generosidad y posesiones materiales.
De Lo que pienso cuando me da por pensar, fragmento 1, Diciembre de 2008
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