Saturday, October 18, 2025

Trazos sectarios

 Algo recurrente en el carácter de una buena parte de la población de esta ciudad son los trazos de comportamiento, cercenantes y casi obsesivos, típicos de alguien perteneciente a una secta. El sectarismo como psicología grupal. Dichos trazos se manifiestan, en mayor o menor grado, en: la desconfianza como punto de partida en las relaciones con el otro; la necesidad de reforzar y confirmar valores y creencias propios en el prójimo; la preponderancia de cuestiones religiosas o políticas (lo comunal) sobre conceptos más universales o menos marcados ideológicamente; como consecuencia de esto, la división confrontacional entre "los míos" (los que piensan como yo) y "los otros" (un rival a doblegar, convertir o expulsar); la imposibilidad de construir visiones o soluciones fuera de un marco predeterminado (un sentido crítico mutilado); el corporativismo como brújula social, es decir, la incuestionabilidad de las estructuras jerárquicas verticales y sus mecanismos; la infalibilidad de un sistema-mundo (construcción ideológica) con el que un grupo de individuos se identifica; la necesidad de juzgar (y paralizar así cualquier intento de disensión) a través de cadenas de mando interconectadas desde arriba hacia abajo; la tendencia a la beatificación y reverencia de líderes y fundadores (la figura fuerte como sublimación de lo humano hacia lo divino); la sospecha automática de defecto en la crítica, y defección en la falta de entusiasmo; la pasión, rayana o entrante en lo sádico, por el castigo; la búsqueda de un consenso reaccionario sobre el rupturismo revolucionario; en suma, la superioridad de lo irracional y tradicional sobre lo racional e iconoclasta, en situaciones diversas de crisis interaccional. Lo importante es la imagen y la superficie (el orden), no lo que discurre bajo ella (el desorden emocional).

Con tales trazos, son de imaginar los resultados sociales, y sus consecuencias deletéreas en todos los ámbitos de la convivencia y del día a día. Advertidos quedan.

Thursday, October 9, 2025

Guijarros

 No dejamos de ser niños tirando guijarros contra la espuma, las olas, la inmensidad del mar. No dejamos de ser niños con ojos inquietos, observando ansiosos si nuestras acciones han cambiado en algo al gigante que nos enfrenta. Nuestras manos crecen en tamaño, nuestros brazos se hacen más fuertes, los guijarros se transforman en fragmentos de roca, pero el mar sigue ahí, desafiante, desdeñoso, y nuestro afán tampoco cambia. Abrir una brecha en las aguas y decir, henchidos, ese camino lo hice yo. Aunque las mareas acaben borrando nuestra huella en el mundo. Como todo. Pienso que el día en que deje de querer seguir tirando guijarros al mar, ese día, será el día en que deje de mirar a la orilla, le vuelva la espalda al horizonte, y camine por fin a la muerte.