(...)Y entonces los viejos, incluso los meros adultos también, aplastaron y despedazaron a los jóvenes, sólo para poder mantener sus costumbres perniciosas y su modo de vida ya en declive. A partir de ahí, todo lo que creció en esa tierra lo hizo mermado, tembloroso, gravemente enfermo. Cuentan que fue ahí cuando empezaron a agostarse los campos y llenarse de pequeños ataúdes las carpinterías.
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