Tuesday, October 29, 2024

Sacar fuera

 En algún momento, el dolor hay que verbalizarlo, externalizarlo, expurgarlo. No se puede internalizar para siempre, tragárselo, y dejarlo ahí, para que crezca dentro y se pudra. Nos pudra. Eso, a la larga, tiene consecuencias muy negativas. Dramáticas.Y esta ciudad, esta sociedad, no sabe externalizar sus frustraciones, no sabe liberarse de su dolor. Solo engullirlo y esperar a que explote, metamorfoseado ya en otra cosa diferente, pero igualmente horrible. En Hong Kong, no existen ni la expiación ni la reparación. Sólo el daño.

Friday, October 25, 2024

Si esto es Hong Kong...

Si esto es Hong Kong, más vale que te desmonten cuanto antes para que dejes de causar daño a la gente. Si esto es Hong Kong, me pregunto si alguien te recordará cuando desaparezcas en el polvo -o el agua embarrada- de los tiempos. ¿Quién querrá reconstruir esas colmenas rezumantes de dolor y humillación? ¿Quién dirá que se perdieron cosas maravillosas? Si esto es Hong Kong, afloja las mandíbulas, libéranos a mis hijos y a mí, y déjanos marchar y restañar las heridas que nos has causado en tu rabia ciega de bestia consentida. Si esto es Hong Kong, no nos quedará más remedio que rememorarte, observar las cicatrices que tu veneno invisible pero constante nos ha dejado, y tratar de buscar algo bello en este mapa afectivo que tú deformaste y trataste de corromper con tus ojos de púrpura y tu irresponsabilidad casi infantil en su seriedad y obstinada arrogancia. Al cabo, esto es Hong Kong. ¿Podrá ser alguna vez algo diferente, menos dañino?

Sunday, October 13, 2024

Imperfecciones

 Un mundo que busque la perfección habrá de ser, por definición, cruel, y por lo tanto disfuncionalmente imperfecto.

Sunday, October 6, 2024

El Festival de los Fantasmas Hambrientos

Es ese día del año en el que las puertas del infierno se abren. Las cenizas revolotean y son lanzadas por el viento todavía caliente contra las caras de los incautos paseantes. En bidones ennegrecidos y consumidos, arden los papeles votivos. El dinero del averno, los aparentes juguetes de papel que quieren redibujar la memoria de los difuntos y sus posesiones y anhelos. En una esquina del complejo residencial de viviendas de protección oficial, entre las ocasionales ratas y cucarachas, un fantasma cárdeno de cuello raquítico, boca minúscula y vientre hinchado, parece caminar pausada y penosamente, como si el miedo estuviera en su piel macilenta y sus huesos marcados, y no en los vivos. ¿Has escuchado el resonar metálico del gong en el templo? Su eco parece esparcirse por las calles. Más te vale haber rendido el debido tributo a los antepasados. Más te vale respetar la tradición y no despertar habladurías entre los viejos. “Qué mal hijo”, “No quiere gastarse el dinero en hacerle un regalo a su familia; en vida del finado era igual”, “si nadie nos recuerda cuando estemos en el infierno, nuestras penas y sufrimiento serán iguales o peores que en este mundo”, “juventud ingrata, ¿para qué os criamos y nos sacrificamos por vosotros?” … El fuego de la tradición quema al inconformista, lenguas de azul y rojo escupidas en boca de los mayores, repetidas como una cantinela obsesiva por los niños en sus juegos de aprendizaje de crueldad. No camines pegado a la pared, estúpido. No cuelgues la ropa por fuera de la ventana. No saques fotos en la oscuridad. Asegúrate de que cuando vuelvas a casa no lo estés haciendo en el último tren o autobús. Cuidado con dejar los palillos clavados en el cuenco. Sólo un gwailo imbécil abriría un paraguas dentro de una casa en estas fechas. Respeta a los muertos. Sube la colina del cementerio con el incienso y las ofrendas. Recuerda. Pide perdón. Honra. Perdona. Borra lo malo, antes de que se materialice y venga a perseguirte en las horas solitarias. Ten miedo. Mira las llamas consumir nuestros esfuerzos vanos contra el olvido y deja que las jerarquías se te peguen con su olor profundo e irrespirable. Servir a los muertos es sólo la metáfora de la sumisión a los vivos. Y cuando todas las ceremonias estén concluidas, lleva a los viejos al restaurante y demuestra tu amor filial pagando por el menú más caro del establecimiento. No olvides tomar muchas fotos de todo y subirlas a la aplicación. Eso es. Comer para aplacar a los fantasmas hambrientos. Darles tu dinero para que vuelvan contentos a la oscuridad por otros doce meses. Cumplir las obligaciones, sentirte parte de unas costumbres y un pueblo milenarios. Esperar tu turno de cruzar la puerta del infierno y visitar a los vivos.