Vamos con otro día de rectificación y enseñanza. Bastardos. Pollos desplumados corriendo sin dirección. Deben aprender a comportarse. Deben ser castigados si se resisten. El castigo es parte de la educación. Hazles memorizar, y una vez hayan memorizado todas esas fechas, nombres ilustres, hechos, la labor estará iniciada: un sentido de orgullo patriótico se habrá implantado en ellos. Y germinará, despacio, poco a poco, no importa. Hazles tener un sentido de pertenencia. Pobres diablos. Dales una dirección correcta a su vida. Que se sientan parte. Que reciten. Que actúen. Que experimenten el poder del grupo, de la acción colectiva. La nación. El imperio. La Cultura. Algo mucho mayor que todos nosotros. Milenario. Visceral. Instintivo. Que desfilen. Que icen la bandera y canten bien alto. Que tengan disciplina y asuman rutinas sin cesar. Sacrificio. Por lo que nosotros les digamos. Por lo que yo les diga. Porque es necesario estar preparado para lo peor. Venga de donde venga. Una lección que les acompañe toda su vida. Un escarmiento. Fortalecer al débil. Si le cuesta más, que sude y se esfuerce más. La dureza de la vida. Eso no se puede ocultar. Y la virtud de la obediencia. La sumisión. Que ellos la sientan tal como la siento yo. Excitante. Inabarcable. Suave y viscosa. Algo vivo. La vida. Todo lo vivo se alimenta de algo que ha muerto, algo menos desarrollado, algo vacilante. La acción, bien encauzada, es el principio del éxito. Obedecer, dirigir, avanzar. Hacia nuestro destino ineludible. El futuro sólo te pertenece si quieres adueñarte de él. Y yo les enseñaré esa senda. Al que nos retrase, le tiraremos del vagón. Al que nos cuestione, le lincharemos hasta que no sea más que un bulto tembloroso y sanguinolento. La humillación alecciona. El fuerte la aprovecha para crecer. Y para aprender a odiar. Qué importante es saber a quién amar y a quién odiar. Qué importante es dirigir. Otros pueblos perecen en sus dudas, sus vicios, su compasión cegadora. Pero el fin nunca debe olvidarse. Perseguirlo hasta la extenuación, la muerte. Morir con honor si fuera necesario. Edificante. Antídoto contra el miedo, contra la duda. La victoria que niegue todas las utopías. La razón última del más poderoso. ¿Quién habría de necesitar más? En otros tiempos, quizá… No, no nos engañemos, la Historia siempre ha sido así. Pilas de muertos sobre pilas de muertos. Y siempre lo será. Hasta que los muertos nos inunden y flotemos entre ellos. Hasta que nosotros seamos la carroña. Hasta que la destrucción lo purifique todo. Hermosa pulsión de muerte, ¿no os parece, muchachos? ¿No? Aprenderéis a amarla. Por la cuenta que os trae. Aquí lo diferente no se tolera. Aquí todos marchamos juntos en una dirección, y quien entorpece el paso cae y es pisoteado hasta convertirse en pulpa, jugo del que alimentar a la tropa. Qué importante es la educación, chiquillos. Qué importante es entender, asentir, sobrevivir, y después triunfar, castigar, dominar. No podría concebir mi vida de otra manera. Y mi tarea es que vosotros no podáis concebirla jamás de ningún otro modo.
En estos pensamientos se consumía el camino al instituto para el profesor. Comenzaba otro día en la Ciudad de la Violencia.