Vietnam es una motocicleta herrumbrosa entre barro y brumas de
polución, con un fondo de montañas y ríos con
barcazas repletas de campesinos sonrientes en su desgracia histórica.
He decidido declararme adepto de la vida, pese a las muchas
tentaciones de lo oscuro. Es por eso que he necesitado renunciar a la
literatura, un mero espejismo de la existencia y, con demasiada
frecuencia en Occidente, una fiel servidora de las pulsiones de
muerte del ser humano.