Si esto es Hong Kong, más vale que te desmonten cuanto antes para que dejes de causar daño a la gente. Si esto es Hong Kong, me pregunto si alguien te recordará cuando desaparezcas en el polvo -o el agua embarrada- de los tiempos. ¿Quién querrá reconstruir esas colmenas rezumantes de dolor y humillación? ¿Quién dirá que se perdieron cosas maravillosas? Si esto es Hong Kong, afloja las mandíbulas, libéranos a mis hijos y a mí, y déjanos marchar y restañar las heridas que nos has causado en tu rabia ciega de bestia consentida. Si esto es Hong Kong, no nos quedará más remedio que rememorarte, observar las cicatrices que tu veneno invisible pero constante nos ha dejado, y tratar de buscar algo bello en este mapa afectivo que tú deformaste y trataste de corromper con tus ojos de púrpura y tu irresponsabilidad casi infantil en su seriedad y obstinada arrogancia. Al cabo, esto es Hong Kong. ¿Podrá ser alguna vez algo diferente, menos dañino?
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