Al Pueblo le queda mucho que aprender, todavía: el Poder hay que otorgárselo, siempre, a quien menos lo busque y lo desee.
Friday, November 1, 2024
Tuesday, October 29, 2024
Sacar fuera
En algún momento, el dolor hay que verbalizarlo, externalizarlo, expurgarlo. No se puede internalizar para siempre, tragárselo, y dejarlo ahí, para que crezca dentro y se pudra. Nos pudra. Eso, a la larga, tiene consecuencias muy negativas. Dramáticas.Y esta ciudad, esta sociedad, no sabe externalizar sus frustraciones, no sabe liberarse de su dolor. Solo engullirlo y esperar a que explote, metamorfoseado ya en otra cosa diferente, pero igualmente horrible. En Hong Kong, no existen ni la expiación ni la reparación. Sólo el daño.
Friday, October 25, 2024
Si esto es Hong Kong...
Sunday, October 13, 2024
Imperfecciones
Un mundo que busque la perfección habrá de ser, por definición, cruel, y por lo tanto disfuncionalmente imperfecto.
Sunday, October 6, 2024
El Festival de los Fantasmas Hambrientos
Es ese día del año en el que las puertas del infierno se abren. Las cenizas revolotean y son lanzadas por el viento todavía caliente contra las caras de los incautos paseantes. En bidones ennegrecidos y consumidos, arden los papeles votivos. El dinero del averno, los aparentes juguetes de papel que quieren redibujar la memoria de los difuntos y sus posesiones y anhelos. En una esquina del complejo residencial de viviendas de protección oficial, entre las ocasionales ratas y cucarachas, un fantasma cárdeno de cuello raquítico, boca minúscula y vientre hinchado, parece caminar pausada y penosamente, como si el miedo estuviera en su piel macilenta y sus huesos marcados, y no en los vivos. ¿Has escuchado el resonar metálico del gong en el templo? Su eco parece esparcirse por las calles. Más te vale haber rendido el debido tributo a los antepasados. Más te vale respetar la tradición y no despertar habladurías entre los viejos. “Qué mal hijo”, “No quiere gastarse el dinero en hacerle un regalo a su familia; en vida del finado era igual”, “si nadie nos recuerda cuando estemos en el infierno, nuestras penas y sufrimiento serán iguales o peores que en este mundo”, “juventud ingrata, ¿para qué os criamos y nos sacrificamos por vosotros?” … El fuego de la tradición quema al inconformista, lenguas de azul y rojo escupidas en boca de los mayores, repetidas como una cantinela obsesiva por los niños en sus juegos de aprendizaje de crueldad. No camines pegado a la pared, estúpido. No cuelgues la ropa por fuera de la ventana. No saques fotos en la oscuridad. Asegúrate de que cuando vuelvas a casa no lo estés haciendo en el último tren o autobús. Cuidado con dejar los palillos clavados en el cuenco. Sólo un gwailo imbécil abriría un paraguas dentro de una casa en estas fechas. Respeta a los muertos. Sube la colina del cementerio con el incienso y las ofrendas. Recuerda. Pide perdón. Honra. Perdona. Borra lo malo, antes de que se materialice y venga a perseguirte en las horas solitarias. Ten miedo. Mira las llamas consumir nuestros esfuerzos vanos contra el olvido y deja que las jerarquías se te peguen con su olor profundo e irrespirable. Servir a los muertos es sólo la metáfora de la sumisión a los vivos. Y cuando todas las ceremonias estén concluidas, lleva a los viejos al restaurante y demuestra tu amor filial pagando por el menú más caro del establecimiento. No olvides tomar muchas fotos de todo y subirlas a la aplicación. Eso es. Comer para aplacar a los fantasmas hambrientos. Darles tu dinero para que vuelvan contentos a la oscuridad por otros doce meses. Cumplir las obligaciones, sentirte parte de unas costumbres y un pueblo milenarios. Esperar tu turno de cruzar la puerta del infierno y visitar a los vivos.
Wednesday, September 18, 2024
Bosquejos de una sociedad XVI
Sha Tin. Domingo. Tarde de caballos. Vamos a cambiar nuestra fortuna en las carreras. O quizá sólo a dejar pasar otra semana, pensando otra vez en escapar de una miseria perenne. Una o dos cervezas. Depende de a quién encontremos. Esta semana he estudiado los periódicos, he leído las estadísticas, he descifrado los signos de la riqueza. ¿Azar? No. Para que luego digan que los pobres no sabemos usar la cabeza. Allá vamos todos: en el metro, en el autobús. Hacinados, como siempre en la vida. Sería bueno volver en la primera clase, después de haber ganado en un par de carreras. Un cambio. Nada de pedos, codazos, gilipollas malencarados. Nada del día a día. Ya llegamos. Aquí está el hipódromo. Enorme. Este terreno debe valer su buen dinero. ¿Cuántas viviendas de protección oficial se podrían construir en esta tierra? El suelo debe estar bien abonado con las cagadas de los caballos. Hasta podría hacerse una escuela con una huerta para los niños. No. Eso no da dinero. Esto sí. Esos fantasmas blancos no hacen nada si no piensan que van a extraernos la riqueza con ello. Bueno, al menos es un espectáculo entretenido. Y puedo escapar del piso y dejar de cocerme y agobiarme en una habitación minúscula. Tengo que encontrar dónde se esconden esas chinches que me están matando cada noche. Sí, aquí mejor. Casi me siento un dandy, con el pantalón largo y la camisa. Algo bueno tuvo que dejar la vieja madre de esos piratas británicos. Que se vayan ellos y dejen los caballos. A ver, qué tenemos en la primera carrera. Estudia bien los resultados. Los nombres, eso es importante. Un mal nombre trae mala suerte. ¿Cuánto apostamos de entrada? Poco, o acabarás comiendo fideos con nada, o arroz en sopa toda la semana. No sería la primera vez que te pasa. Cabeza fría. No pidas una cerveza, espera. Vete al baño antes de que se empuerque todo. Importante. Alguna vez, hasta vómitos te encuentras. No me jodáis el domingo, ¿eh? Esta tarde nadie me da órdenes. Esta tarde la vida me va a regalar todo lo que me negó desde que nací. A ver, los nombres…Ya está. Sí. Este va a ser. Es una corazonada. A la mierda el método y las estadísticas. Me lo susurran los fantasmas de este lugar, que me conocen bien de verme todas las semanas. Pon un poco para comenzar. Con cautela, no estropees la diversión demasiado pronto. Venga, vamos a la ventanilla. Bueno, tengo la rueda de mi destino girando ya en este papelito. Busquemos un lugar cómodo para ver la carrera. ¿Están paseando ya a los animales? No importa. Todos estos pobres idiotas no saben que voy a darle un vuelco a mi vida de perro callejero, en muy poco tiempo. Me lo merezco, joder. Mandar a la mierda a todos los cabrones que me gritan órdenes y me insultan de lunes a sábado, por unas decenas de dólares cochambrosos. Se acabó el sobrevivir. Quiero un poco de ese lujo que sale en las televisiones, esas cosas que se hacen en los pisos superiores de los rascacielos de cristal. ¿Por qué yo no, a ver? Ya está bien de vivir en cuchitriles. De ver ratas y cucarachas por todos lados. De reventarte doce horas al día para cobrar mierda, y que nadie aprecie el esfuerzo. De no saber cuánto vas a aguantar, o si tendrás para comer cuando te pongas enfermo o las nubes te vuelvan a entrar en la cabeza, como el año pasado. Ya toco ese desfile de platos en el restaurante, y la muchacha hermosa en su minifalda trayéndome otra botella de cerveza. Ya veo esa vida que algunos dicen que existe en esta ciudad. Esto va a empezar. Ya están alineados. Bueno, este momento de ilusión al menos no me lo van a quitar, ¿verdad? Venga, dale. Eso es. ¡Más rápido! ¡Más rápido! Tu vieja madre. Dale fuerte en el flanco. Venga. ¡Más rápido! ¡Más…! Joder. Tu vieja madre. Joder. ¿Es que los cielos no se cansarán nunca de verme sufrir? Quizá la siguiente carrera. El viento y el agua no estaban alineados todavía a mi favor. Sí, eso es. La siguiente carrera. Vamos a la ventanilla…